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Alberto Rodríguez

In partibus infidelibus

In partibus infidelibus

“…le gusta tanto repetir una frase famosa de Cesar Pavese, según la cual la literatura es una defensa contra las ofensas de la vida”. Quizás un sentido de la novela de Javier Cercas esté anticipado en la cita, en algún lugar de El vientre de la ballena, en su edición de 2014.

Se trata de una novela, con introducción, en la que nos enteramos que el libro es una reescritura, veinte años después de que apareciera en 1997, cuando Cercas apenas tenía 35 y apenas tenía lectores.

En la introducción nos hace una declaración de principio, respecto al In partibus infidelibus de su condición declarada de filólogo, en el trabajo de hacer novela. Dice Cercas que en aquella primera edición de juventud, el principal defecto del libro era querer ser una gran novela, o una novela grande.

No abandona Cercas, como en sus otras novelas, el primer plano de la reflexión, que da sello a la llamada novela de ideas, que se toma la libertad de especular sobre lo que siempre se especula en las novelas, sobre la condición humana, y la literatura.

La novela española ha encontrado en la metaliteratura, un socorrido recurso, mediante el cual hace de la novela un espejo en ampliación de su propia vanidad. Hacer novela sobre la novela es un rico y delicioso recurso, tan inocente como la masturbación. Además abre la posibilidad de un caleidoscopio. Mirarse en la multiplicación generosa de las imágenes.

Cercas hace una novela literaria, la que cabe esperar de un filólogo, en la que se mueve como una lombriz de tierra, un ensayo sobre Azorín. El bajo fondo de la novela, que Cercas pone muy cerca a la comedia, es una discusión sobre la novela de los personajes de carácter y los personajes de destino. Es generosa en personajes literarios, en citas, en novelas traídas a colación, en fuentes, en frases memorables. En fin, la novela de un filólogo.

El asunto de la comedia, como el de casi todas las comedias, es baladí. Un profesor hora cátedra se reencuentra con el amor de adolescencia, pasan una noche juntos, él se entusiasma y precipita la separación con su esposa, que espera un hijo. El amor de adolescencia está casada, y la señal de una repentina noche de amor que le entregó, seguramente no es más que una venganza contra su marido, y no más que eso. El hombre termina solo, lo echan de la universidad y lo acomete el ridículo hasta lo sublime.

Al final de la novela, el hombre termina viviendo con la secretaria del departamento de la universidad, ella paga la renta y él escribe la historia de cómo un personaje de destino se convierte n un personaje de carácter. Reconoce, una vez eximido de las penosas obligaciones que le impone la vida, como la de ganársela con honradez, que escribe, porque no tiene nada mejor que hacer, porque “ya no voy a ser nadie”.

Un final feliz, sin duda.

1 comentario

Patricia Rodriguez -

Me gusto mucho. Alberto es un comentario o critica a la novela? Es lo mismo?