Blogia
Alberto Rodríguez

Nebraska

Nebraska

Don Quijote siempre sale, siempre debe salir, debe andar caminos, tener un punto fijo que lo conduzca. No importa qué tan loca sea la empresa. Desde salvar una dama en apuros, hasta ir a cobrar un millón de dólares de una aviso publicitario. Aunque, en este caso, el Quijote tiene 80 años, y ya no sabe muy bien de las cosas cotidianas, pero tiene muy claro que necesita una camioneta y un compresor de aire. El whisky y la edad lo han puesto un poco catatónico. Es un film, que menos mal no ganó todos los premios a que estuvo nominado en la última edición del Oscar. Es un film de escenas memorobles. La búsqueda de la caja de dientes en la carrilera, la familia de Woody en el cementerio y el robo del compresor de aire, en la casa del antiguo socio de Woody.

Alecander Payne nos había entregado A propósito de Schmidt (2002) y Entre copas (2004). Con Nebraska llega a un punto de cinismo narrativo, a un punto de realismo gerontológico,  que convierte la pieza en una joya minoritaria. Se da el lujo de hacerla en blanco y negro.

La aventura, el viaje a toda costa de Woody, el regreso a Nebraka, al pasado, es el centro de gravedad del film. Es su fuerza narrativa, la almendra del cuento. El expediente del amor filial es la antiestrofa. Tanto como lo es, la historia de la esposa de Woody. Es tan fuerte el peso del viaje, que termina arrastrando a toda la familia, a la madre y al otro hijo. Los pone en el cementerio donde está toda la familia enterrada. Los sobrevivientes son una pandilla de camioneros salvajes.  

Payne regresa a Nebraska, su hogar natal (su Yoknapatawpha), para contarnos la historia de un viejo que regresa con un motivo muy norteamericano, un milón de dólares ficticios. El hecho jala toda la historia, es la locomotora de las historias aledañasa. El conjunto es una pieza pulida, económica, sin ningún aspaviento. Payne escribió el texto para que lo interpretara Gene Hackman.

Todos ellos, gente y pueblo, retratados por la cámara aguda y contrastada de Payne, como fantasmas vivientes en vía de extinción. Una película de un viejo, para viejos. Un retrato generacional en blanco y negro. 

0 comentarios