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Alberto Rodríguez

La pandilla salvaje

La pandilla salvaje

Diez años después del Caguan, cinco años después de Ralito, estamos tan lejos de la paz, como lejos está de la Fiscalía el Doctor Ternura. Lo único que progresa es la desbandada de la pandilla salvaje uribista, dos en la cárcel, dos a la espera y dos prófugos. Menos mal José Obdulio todavía está afuera, porque ahora es el encargado del conmutador telepático con el que los miembros de la pandilla se comunican con sus jefes.

Siempre pensé que José Obdulio debería tener alguna gracia. Pero solo ahora en la desgracia es que viene a mostrarnos de lo que es capaz. El teórico de la “seguridad democrática” ha elevado al doctor Ternura a la altura de Jesucristo, y por tanto a Monseñor a la condición de Padre; de espíritu santo no, porque a Monseñor le repugnan las palomas. Y además, nos ha informado, que para que no rastren las comunicaciones, utiliza la telepatía como medio seguro de comunicación. Ahora comprendo cómo se comunicaban con el Manteco Holguín y con los muchachos del DAS.

José Obdulio se aflojará la corbata, se sentará en algún lugar tranquilo, sin mucha luz y cerrará los ojos. Concentrado mentalmente ubicará en cada frecuencia a los miembros de la pandilla. Con la Lechuza habrá de tener mucho cuidado, podría chuzarlo. Con Uribito, usualmente, responde una grabación. Con Moreno casi siempre la línea está ocupada. Con el doctor Ternura la comunicación es más extensa, más conceptual, al fin y al cabo los dos son pandilleros ilustrados

José Obdulio: ¿Eres tú Luis Carlos?

Luis Carlos: Estoy muy preocupado, lo del asilo no avanza.

J.O: Por lo pronto quédate donde estás.

L.C: Lo del ventilador de los paracos vino a pésimo momento.

J.O: Hay que tener fe Luis Carlos, para los patriotas siempre las cosas son difíciles.

L.C: Mientras tanto a la Fiscal, se le llena la boca diciendo que soy reo en ausencia.

J.O: Creo que en Haití hay una oportunidad, Uribe la está explorando.

L.C: ¿Y qué haría yo en Haití?

J.O: Es un país que necesita mucha ternura.

L.C: Déjate de güevonadas José Obdulio. Prefiero una casa por cárcel en Colombia. Aquí no voy a poder quedarme más tiempo, los socios están nervisosos. La Interpol está en alerta. El dinero se me está acabando.

J.O: No te preocupes yo me encargo de eso. Fe, fe, dignidad. Con los amigos vamos a presentar una iniciativa para que Uribe regrese al poder por ocho años más.

L.C: José Obdulio déjate de güevonadas. ¿Hasta cuándo va estar Uribe libre?

J.O: Luis Carlos no pierdas la fe, las causas justas terminan triunfando. Si has de ser el mártir de la nuestra, deberás tener mucho valor.

L.C: Hola, hola, qué pasó, no te escucho. Mierda, se cayó la línea...      

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