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Alberto Rodríguez

Animales domésticos

Animales domésticos

El último libro de Antonio Garcia es de cuentos. El grupo editorial Norma le apunta al género, en manos de un autor, que con el mismo grupo publicó en el 2001, Su casa es mi casa, y en el 2006, Recursos Humanos. El libro tiene cuatro secciones, en las que el lector encontrará una gama surtida de calidades.

En Trapecistas, hay un par de cuentos que podrían olvidarse muy rápido. Impregnados de la aburrida cotidianidad en la que todos los personajes chapalean en buscan de un poco de afecto. Unas criaturas repetitivas, perdidas en la costumbre. No deberían ser los primeros, o hubieran podido omitirse.

En Héroes, hay un par de cuentazos, ambos en tercera persona. Gordito tiene tensión, suspenso, humor, sexo, yerba y aire limpio. Impecables recursos humanos. Cuentos que no se olvidan. Retrato de familia con Papá Noel, es un cuento bien contado, una historia poderosa, con una tensión que no deja decaer la gana del lector. Es inmensamente divertido y ágil. De los mejores del libro.

Testigos, como lo sugiere el título, está formado por un par de confesiones – primera persona – en los que además de la historia que se cuenta, vale de mucho el ensayo de hacer creíbles las voces de personajes que cuentan la tragedia de forma divertida, y la diversión de forma trágica. El gran Rafa, es contada por una niña de trece años a la que no le ha llegado la regla, y Bobby, es contado por un muchacho de diez años. Antonio logra hacer completamente creíble el tono y la cadencia de las voces testimoniales. Esa es una gracia, difícil de lograr.

Y Animales Domésticos, el último, que da título al libro, el más extenso, es la confesión de una señora colombiana viuda, mayor de cincuenta años, que se va a trabajar de sirvienta a casa de colombianos acomodados en Miami. Una mujer que menciona a todos los personajes que aprecen en su escena,por su nombre, pero que no nos cuenta el suyo, porque no importa, o da por sentado que cada lector le pondrá el que mejor le suene. María Helena, como la he llamado, cuenta hechos, ante todo hechos, no sa da el lujo de reflexionar. En algunas ocasiones hace un ligero ejercicio de introspección, que no altera el carácter extrovertido de su narración. La construcción de María Helena deja la sensación de que es ella la que cuenta, que su voz encarna la realidad de lo que cuenta en sus palabras. Un grado de construcción que oculta por completo la voz infundida del autor, como si hubiera logrado con su personaje femenino, un absoluto acuerdo de identidad, suficiente para que no se le noten las costuras al relato prolongado en primera persona.

Animales Domésticos es un libro en el que la memoria se surte de lo inolvidable; para lo otro, no hay memoria que valga. En Héroes la ricura de las historias, en Testigos, la tragedia recreada en la voz de sus protagonistas, frescos, vivos, creíbles. Y en Animales, la voz contundente, que recrea lo cotidiano, sin pretender ser más de lo que es el personaje que la invoca. Es lo inolvidable, sin duda, lo que hace que el libro de Antonio, merezca ser leído.

 

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