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Alberto Rodríguez

Las tortugas también vuelan

Las tortugas también vuelan

¿Qué significa para un kurdo ser kurdo? ¿Qué significa para los otros ser kurdo? Ser kurdo no es nada fácil. Los kurdos son doce millones de personas que viven con un país en sus cabezas, que no aparece en los mapas. Es un pueblo sin patria, exiliados y refugiados en el norte de Irán e Irak y el este de Turquía. Ser víctimas de los turcos, del gobierno de Sadam Hussein, del imanato iraní que durante la guerra de los nueve años los trató como a enemigos, no es fácil. Una identidad sin tierra, más dramática que la cosa palestina, que tiene Gasa y Cisjordania. Franjas terribles, pero con un lugar en el mapa.

La película una coproducción franco-irano-iraquí del 2004, ha  obtenido una docena de premios en los cinco continentes. Bahman Ghobadi, el director, fue a Bagdad dos semanas después de la invasión norteamericana. Supo tan pronto llegó, cuál sería el asunto de su tercer largometraje: Las tortugas también vuelan.

¿Cuál es el tema? La guerra, la infancia, la exclusión, el suicidio, la maternidad, las comunicaciones. Entrecruza varios temas, pero todo ligados al hecho criminal de la guerra. No es una película bella, es una película honda, que mete sus dedos en las llagas, que escupe miseria al rostro sacada de la miseria a que hemos llevado a los niños. Explora el drama de la maternidad de una niña que no supera el ataque de las tropas de Sadam, y desde el comienzo traza su suicidio. Si alguien busca una primera escena memorable, sobrecogedora, limpia, efectiva, esa es la primera de las Tortugas.

La película es el drama de los huérfanos mutilados, que sobreviven cazando tortugas (minas), que venden y cambian a los traficantes de armas. La avanzada de las comunicaciones que llega hasta la última aldea, está en manos de los niños. El juego de antenas es una metáfora limpia, del cambio que introduce en las comunidades locales la comunicación masiva.

Agrin abandona el bebé en un campo minado, lo amarra a un árbol, avanza por entre una bruma tóxica, hasta ponerse al filo del abismo y salta. El bebé como puede se desata y camina milagrosamente hasta un lugar donde los otros niños pueden verlo. Alguien tiene que ir a rescatarlo, Kak, el líder, avanza por entre el minado.

Kak satélite es el héroe. Es quien tiene el control y el manejo de las antenas y la televisión, el líder de los niños. Pashow viene de otro pueblo con una profecía: el asalto de las tropas norteamericanas al campo de refugiados. Agrin solo quiere suicidarse.

Entre tres personajes Ghobadi construye la arena del conflicto. Templa los hilos del relato, se desliza entre los vericuetos del campamento: la escuela, el campo minado, las carpas donde están las  habitaciones, para lograr una película dolorosa, reprochante, acusadora, pero sin ningún aire de panfleto.

 

 

 

 

1 comentario

Casa OCCIO -

Que buena pelicula, me puso a reflexionar mucho sobre ese derecho a la comunicación e información que se enmarcan en todas las constituciones, ello alli al lado de la frontera sin saber que se viene, mientras el mundo expetante en regocijo por la inmediatez del horror