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Alberto Rodríguez

DMG

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Los bandidos entre sí, o se guardan la espalda o se eliminan. Lo que los tipifica es que son consecuentes en ambos casos. No hay nada peor que un sapo, o un vivo.

David Murcia Guzmán visitó a Monseñor Uribe en el mismo Palacio de Narquiño, donde trabaja José Obdulio, donde estuvo Job, donde asiste el Embajador Chaux. Hablaron de negocios, qué más se podría con Murcia. Los hijos del Presidente también hablaron con él. Si los bandidos pueden entrar al palacio, aunque sea al sótano, por qué no recibir en el salón a un colombiano de éxito. Un cundinamarqués humilde y emprendedor. Luego se hablaron por teléfono. Se cruzaron mensajes, se felicitaron y reconocieron. Son hombres que tienen mucho en común. Cada uno a su manera ejerce un liderazgo.

Murcia es un piramidista en sentido estricto, utiliza los recursos invertidos por sus clientes para crear un flujo de bienes y servicios con el que paga a otros clientes, en una progresiva cadena de intermediación, que sin obligarle a invertir gran cosa, le permite competir en captación. No lo es, en sentido vulgar, un captador de dinero efectivo, que atrae inversionistas con el halago de narco intereses, con cuyos aportes paga a otros, hasta cuando los inversionistas de ayer no alcanzan a cubrir a los de hoy. Cuando saben que la pirámide se va a caer, se vuelan con el dinero en bolsas negras de plástico, por la puerta de atrás o por la terraza, dejando una nota pegada en la puerta, de profundo agradeciendo a la imbecilidad y ambición de miles de estafados.

Pero Murcia como piramidista, no es distinto a los captadores del sistema formal. ¿No es el negocio de los bancos trabajar y hacer rendir el dinero que les consignan? ¿No invierten, no prestan, no especulan, con el dinero colocado? ¿No temen como Murcia – o cualquier piramidista - que se produzca una retirada masiva? ¿No son ambos responsables de un modelo de captación? ¿La banca en general no es una gran pirámide legal? Que además paga los peores intereses del mundo.

Murcia ha sido investigado durante tres años seguidos. Ha tenido a los mejores abogados como consultores a su servicio, ha pagado ocho mil millones en impuestos, ha emitido tarjetas de puntos como Carulla, Éxito, Olímpica, ofrece ventas a precios de cadena, tenía autorización para abrir oficinas y ha mostrado sus libros. Pero ahora que se produjo la monumental caída de de DRFE, después de que el gobierno impasible, asistió a una tumbada en masa, el mejor chivo expiatorio que podían encontrar era él. Le cerraron los negocios en Colombia, influyeron para que lo hicieran en Venezuela y Ecuador. Su examigo el Presidente poseído de patriótica indignación lo extraditó, ordenó hurgar el pasado de su socio brasilero para vincularlo con el delito de estafa, y seguramente a su socio bielorruso no demorarán en encontrarle nexos con la mafia.

Ahora sí, cuando la hecatombe se produjo, antes que hacerse reelegir, el Presidente necesita un culpable, para lavarse de la lavada de manos que hizo frente a las pirámides. Todo el peso de la ley contra Murcia, después de que los piramidistas movieron un negocio de .7 de billón. Se demoraron tanto en hacer algo, que hasta el mismo Presidente reconoció no haber reaccionado. Para resarcirse ante los medios destituyo al superintendente financiero, posiblemente el más débil en la cadena de responsabilidad. Cuando Murcia vio que la única forma de tapar la tardía acción del gobierno, cobraba la forma de una arremetida contra él, le reclamó al gobierno no haber hecho nada, le recordó las herramientas legales vigentes de que dispone para regular el sistema de captación, les dijo que no habían cumplido con su deber, que de alguna manera era cómplice. Le anticipó desde septiembre el colapso de DRFE, lo acusó de haber actuado solo cuando sus socios, los captadores formales como el grupo Aval, advirtieron fugas grandes de recursos, que estaban siendo sacando para meterlos a las pirámides.

Con esa tacañería proverbial de la banca y las corporaciones, con la voracidad criminal con la que hacen especulación hipotecaria, con las burbujas de crédito y el dinero plástico, cualquiera que tenga sus ahorros con ellos, debería sacarlo para invertirlo en otra cosa, aunque no tuviera rendimientos de pirámide. Un sistema que mueve 203 billones en captaciones, es mucho más peligroso que Murcia.

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