Guerra de pandillas
Hablar de la Contraloría, debería significar hablar del ente estatal que fiscaliza a todas las dependencias del Estado y a los particulares; es decir, un auténtico quiste en el poder. El Estado le confirió el derecho de fiscalizar, seguir, calificar, el uso de los recursos públicos. La volvió un super-poder, igual que hizo con la Procuraduría. Por eso la riña enconada y astuta de poderes, cuando se aproxima la elección del próximo Contralor, que reemplaza a la “tristemente célebre” Sandra Morelli. El sucio espíritu democrático inflamado de los jefes de las distintas pandillas del poder, se disputa el botín, declarado en cerca de medio billón de pesos.
La Contraloría representa a la ciudadanía en el control de los recursos. Un sano principio democrático, que no tiene nada que ver con lo que en realidad hace y dispone el órgano de control. El Contralor siempre ha sido cooptado por los otros poderes, cada corte pone su candidato, luego van al Congreso y se produce una confrontación entre pandillas, al máximo nivel, un “encuentro de familias”. De ahí sale el nuevo Contralor, que obedecerá quienes lo pusieron ahí.
Miren quiénes son los candidatos. Edgardo Maya Villazón. Su hijastro, Hernandito fue impuesto como candidato a la gobernación del Cesar, por Jorge Cuarenta, siendo Maya Procurador. Su hermano, Ángel, fue el director del hospital Gómez Pumarejo, de Valledupar, que puso al servicio de las AUC. Su otro hermano, Jaime, fue cómplice del asesinato de tres sindicalistas a manos de las AUC. Nada de lo anterior compromete civil o penalmente a Maya, solo que la familia, de alguna manera revela el talante de sus miembros. El otro, es Gilberto Rondón (entre el 51 y el 53 hubo otro Rondón en la Contraloría) un abogado a sueldo de Gilberto Rodríguez que en su momento fue contratado para dilatar su extradición. Recibió pago anticipado por un trabajo que no hizo. Así que el Patrón pidió que le devolviera su dinero, pero Rondón no obedeció. Es uno de los acreedores del Patrón. El tercero es, Carlos Ardila Ballesteros, denunciado mientras ejercía como congresista por irregularidad en contratos, compras ficticias, costos inflados con la canasta escolar, de miembros de su familia, mientras él ejercía como presidente de la Cámara. Las denuncias terminó tragándoselas el polvo y el olvido, se les echó tierra para siempre.
Y si se mira hacia atrás bastaría echar una mirada a los ejemplares de Contralor, que han ostentado el cargo. Personajes siniestros como Aníbal Martínez Zuleta, Rodolfo González, Manuel Francisco Becerra y David Turbay, corruptos profesionales y/o afines al Cartel de Cali. Becerra pagó cárcel durante el 8000. ¿Qué coños puede esperar la ciudadanía de un organismo que pone en su cabeza, a quienes solo les garantizan a los jefes de las familias el control presupuestal y los negocios adyacentes de la Contraloría?
La disputa hoy ha enfrentado al jefe de gobierno y a su principal aliado político, el ex presidente Gaviria, que cada vez más va pareciéndose físicamente a un vampiro. Gaviria, a condición de meterse a la campaña de Santos, una de las cosas que le pidió la Contraloría para Rondón - un hombrea que se codea bien y ahora dice ser liberal -, no para él, que "está más allá del bien y del mal”, sino para Simoncito, que busca hacerse un lugar en las pandillas. De hecho ya fue jefe de la de su padre. Santos le dijo que sí. ¿A quién le iba adecir que no en campaña? El paro campesino le costo 2.2 billones y el arreglo con los maetros, costo 1.4 billones. Si estuvo dispuesto a poner eso en la mesa de las negociaciones, por qué iba adecirle a su socio mayoritario, el Vampoiro gaviria, que no, con lo del acrredor de Rodriguez? Pero una vez posesionado, se le atravesó, con otro candidato, Maya. Porque es - dice - el “que más nos conviene”, quiere decir, al pueblo, por supuesto. Aquí las inhabilidades no importan, ellas quedan para que oscuros profesores de derecho constitucional demanden como simple ejercicio académico.
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