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Alberto Rodríguez

Democracia bolivariana

Democracia bolivariana

Hugo Chávez a diferencia de los hermanos Castro en Cuba, no pudo doblegar la democracia electoral en Venezuela. Le toca soportar a la oposición políticamente organizada, pugnando en las urnas. Un defecto bolivariano, que afea las democracias unipartidistas.

Hay un hecho, que muestra la situación de la democracia – sin apellido – en Venezuela. Terminados los comicios internos convocados para elegir candidato único de la oposición, todos los cuadernos de votación de las elecciones primarias fueron sacados al patio en carretas, colocados en el piso y luego rociados con combustible para que ardieran. La quema de las listas dice más de la democracia en Venezuela, que las declaraciones oficiales.

Si en una democracia se tiene que proteger la identidad de los votantes de la oposición, es porque la democracia está enferma. El antecedente es el de la llamada “lista Tascón”, que un diputado hizo con los registros electorales de los comicios convocados para votar un referendo revocatorio contra Chávez. Todos los votantes identificados fueron selectivamente excluidos de los cargos públicos, echados de sus trabajos, cuando no fue que la justicia les imputó cargos.  

En las primarias internas de la oposición votaron 3.059.024 personas. La elección se hizo con apoyo del Consejo Nacional Electoral y con compromiso de eliminar los cuadernos de votación, 48 horas después de los escrutinios. Hoy el mismo CNE, apoyándose en una demanda electoral, reclama por la quema de los registros. Diosdado Cabello, manifestó ayer dudas sobre el número de votantes real en los comicios. El resultado, más allá de los cálculos que tenía el gobierno, no es son buenos para él. Demasiados votos en la perspectiva de las presidenciales de octubre. Proporcionalmente el volumen significa “más que el doble de la votación en las primarias estadounidenses en Ohio, y más que en las primarias francesas”.

Cuando a causa de la enfermedad del poder, en la democracia se elimina la separación de poderes, y todos a una, se repliegan para bien del ejecutivo, como en Venezuela, donde el Congreso es una cámara chavista y el Judicial, un tribunal bolivariano, cualquier malpensado, podría pensar que toda democracia enferma - como un potro fracturado - merece morir. Un tiro de gracia humanitario.

 

 

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