El abrazo bolivariano de Judas
Todos en el poder mienten, todos trabajan para sus intereses y los de su grupo, todos manipulan la información, todos se defienden sin escrúpulo y todos - a su vez - están rayados por el mesianismo, la inevitabilidad histórica de lo que hacen. Juegan a encarnar bolivarianismos, a ser tocados de socialismo sureño, a representar grandes causas: revolución en Venezuela, seguridad democrática en Colombia, y en Ecuador el socialismo. Todos tienen generosos rabos de paja, a los que cada uno de los pueblos sobre los que ejercen gobierno, bien debería con grandes teas ir y arrimarles la candela.
Hay dos alternativas. O lo que se dijeron no era cierto, por lo que con una reconvención un privado podría pasarse el asunto. En ese caso se pregunta uno ¿estaban cañando los tres con lo que más duro pudiera pisar? ¿Si es así, qué confianza pueden tener las sociedades civiles de Venezuela, Colombia y Ecuador en sus presidentes? O lo que dijeron es cierto, como debería ser cuando lo dice un presidente al que la nación le ha otorgado el deber de conducirla en sus relaciones internacionales. Y si es así, lo que vimos al final de la cumbre de Río en Santo Domingo, donde Chávez cantó, donde Correa repostó y donde Uribe se defendió con el computador de Raúl Reyes, fue un abrazo forzado, un juego de miradas rayadas, distancias aviesas, falsas congratulaciones de primera página. El abrazo bolivariano de Judas.
Cada uno regresará a seguir trabajando en lo mismo, a sacar adelante su agenda de prioridades. Uribe se quedó con el computador, Chávez evitó una demanda, Correa recibió las debidas disculpas y Daniel aprovechó para mover políticamente el diferendo.
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