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Alberto Rodríguez

Poesía, poesía, poesía

Poesía, poesía, poesía

Sé que la necesito pero no sé para qué

Ni siquiera sé cómo me llega al corazón

O si tengo un corazón para esperarla

De la cabeza no es bueno hablar

La razón no la traga, ahora quiere entenderla.

 

Lo que adoro de ella es su inutilidad sublime

Si sirviera para algo sería como la prosa

Y no, no, mil veces no, la poesía es otra cosa

Otra cosa Otra cosa

Música fortuita

Carcajada subjuntiva

Flores del mal

Fuego en el iceberg

Qué sé yo.

 

Sé que la noche en que Rimbaud

sentó a la belleza en sus rodillas

algo definitivo y oscuro pasó con la poesía

Nunca nadie lo había hecho

Pero la encontró amarga cuando la quiso besar

Y entonces la injurió, por su malva amargura

Y por lo que había sido

hasta que abjuró de la poesía

de su lívido pasado de puñal y lira

de toda la belleza que hubo en ella

de su mezquina dulzura

de su dureza de algodón y pólvora

Que le provocó un espasmo a la belleza

una contracción de vientre manoseado

que arrojó a la calle a la poesía moderna.

 

No pude evitar que sus palabras

parieran en mi y se quedaran

y se me anunciaran como arcángeles categóricos

de una poesía que nace en los albañales del cielo

“Conseguí desvanecer en mi espíritu

toda esperanza humana”.

Las palabras de Rimbaud

fueron el primer disparo en un duelo.

 

 

 

 

2 comentarios

marino agudelo hoyos -

" sé que la necesito pero no sé para qué..."
mejor no creo que se pueda decir lo que se siente con la poesía.

Joyita del Mar -

La poesía, te atrapa y aunque no escribas poemas, será la lupa para aprehender la vida.
Me gustó tu poema.