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Alberto Rodríguez

El hombre más buscado

El hombre más buscado

La contradictoria inteligencia occidental. La guerra entre agencias. El combate entre cualquier versión y la versión. La inteligencia y el poder, que como demuestra el libro y el film, no van necesariamente juntas, a dios gracias.

Había dicho que el testamento de P.S.Hoffman era  El bolsillo de dios. Y ahora agrego, que El hombre más buscado, hace parte del legado final.  La primera se estrenó en enero de 2014 en New York, la segunda en junio del mismo año, en Eslovenia.

El autor: John Le Carre, una firma en la novela. P.S.Hoffman, otra firma de la actuación, le da su sello al film. En la primera escena, Gunter, el jefe de una unidad de inteligencia anti islámica asentada en Hamburgo, parece un alcohólico, un ser decadente y abandonado, pesado, aletargado, manteco. Sostiene una conversación telefónica en la que se delata al “contacto islámico”.

Un chechén de apellido ruso, Karpov, ingresa subrepticiamente a Hamburgo. Una vez detectado, prende todas las alarmas en Alemania. Hay una historia debajo de otra, un buen ejemplo para el “teorema de Piglia”. La historia generacional, el padre de Karpov y el padre del Banquero Brue. La historia que interesa a Gunter.

El hilo que mueve las distintas tramas, es la relación entre Gunter y la Jefe de Inteligencia de la CIA en la embajada en Berlín. Un juego tensionado de inteligencia y sobrentendidos, desde que se conocen, pero que aporta el punto de giro para la resolución.

No hay disparos, no hay torturas físicas, pero la maldita película tiene una dosis de violencia simbólica, psicológica, retórica, tan alta, que el espectador termina siendo su víctima.

Ni siquiera hay trompadas. En la escena del bar, los lugares oscuros que gustan a Gunter, a donde ha llevado a la norteamericana, un hombre grande se levanta y ataca a su mujer que ha estado bailando sola, la abofetea, tres, cuatro veces. Gunter interrumpe la conversación, avanza pausado, se acerca al hombre y con el borde doblado del antebrazo lo impacta una sola vez, se derrumba de inmediato. Regresa, sin haberse agitado siquiera, y continua la conversación tal donde se había interrumpido.

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