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Alberto Rodríguez

Annus horribilis

Annus horribilis

Para que una columnista como María Isabel Rueda, comience su columna del domingo en El Tiempo (10/1/2016), con la expresión annus horribilis, refiriéndose a la economía colombiana 2016, es porque su optimismo, ha pasado de ser un estado de falta de información, a uno contrario, que no sé cómo calificar.

Apocalipsis. En segunda página, de la misma edición, Ricardo Ávila, Director de Portafolio, nos entrega una página completa de malas noticias. Al final, por política del medio, por recomendación, para no mostrarse enteramente negativo, nos dice, que no se trata del apocalipsis.

Desplome de bolsa. En lo corrido del año la bolsa ha perdido 4.8 La acción de Ecopetrol cerró el viernes en 1015 pesos. El botín representado en acciones  no se cotiza bien porque no hay confianza en el manejo de la economía. Inseguridad inversionista. Qué otra cosa esperar, primero porque América Latina va a tener un PIB regional negativo (-0.2). Y segundo porque 2016 es un año de recuadre presupuestal: pasamos de una economía de conflicto a una economía de posconflicto (cálculos conservadores sugieren que habría que presupuestar un billón anual en los primeros diez años). Pasamos del negocio de la guerra, al de la paz. Un buen negociante sabe cambiar cuando hay que cambiar. Lo que significa que debe ser mejor negocio vender software educativo que lanzallamas. La economía del posconflicto no tiene presupuesto, es una suposición contable. Esa plata hay que salir a comprarla, cara por demás, o hacer cosas como vender Isagen. Todo el movimiento de inversión tendrá que saber moverse  en un mercado nuevo, que demanda reacomodos en el plan nacional de presupuesto. De facto entramos al 2016 con un recorte presupuestal de 3.5 billones. La economía del posconflicto comienza en déficit. La economía del posconflicto hereda todo el déficit de la economía de guerra, todo el desfalco, la mala administración, la clientelización de las regalías. Colombia cerró 2015, con el déficit externo más alto del mundo, en una muestra de cincuenta economías comparables.

La inflación en 2015 desbordó los límites anticipables, cerró con un 6.8 La masa de dinero que circula compra menos. Entonces el que vende, o deja de producir, o baja los precios. Si a eso le agregamos el verano maldito del 16, que nos está secando el país, así haya aguas en Antioquia, reduce la producción de alimentos, con lo que tienden a subir los precios de los productos que pegan más duro en la inflación, los comestibles. “En cosecha voy al carro de mangos que pasa frente a mi casa y me regalan un mago grande. Cuando no hay cosecha, un manguito chiquito cuesta hasta tres mil”. Menos producción (o precios de importación) y menos capacidad de compra, y estamos frente a la tormenta perfecta, su nombre: estanflación.

El petróleo, el puto oro negro, la mitad de nuestras exportaciones, cada vez vale menos. La oferta mundial de petróleo aumentó, porque USA sacó parte de sus reservas y las puso a la venta. Toda la economía de la OPEP se trastornó, a Venezuela la quebró, algo mucho más efectivo que la CIA. Por cada dólar que baje el barril en el mercado internacional de referencia, Colombia deja de recibir 250 millones de dólares. Una economía cuya mitad de ingresos internacionales proviene de un producto en crisis, tiene dos opciones, o sustituye con rapidez competitiva la estructura de exportaciones, o tiene que echar mano a sus reservas internacionales, que son los fondos de garantía en el mercado internacional de crédito.

Y para que el annus sea auténticamente horribilis, el Ministro de Hacienda, vende la idea de la reforma tributaria. Que no se tramitará, en definitiva, sino después del plebiscito. Para ningún gobierno es fácil, salir a pedir el sí por su acción de pacificación, y luego aplicar una descarga fiscal. Pero será lo que habrá que hacer.

El optimismo, que como un chicle mentolado quita el sabor apocalíptico, se apoya en que: la demanda interna no va a bajar, las cifras de comercio lo muestran. El desempleo llegó en diciembre a la tasa más baja del siglo. La subida del dólar le sirve a quienes venden en dólares. La campaña de Vargitas, como gerente de la infraestructura, es un motor de la economía, una locomotora, la 2018. Isagen resuelve el problema del hueco fiscal y deja para la campaña de Vargitas.      La reforma eleva el IVA, amplía la base tributaria, hace más inequitativas las exenciones a las sociedades, con lo que balancea el déficit de presupuesto. Feliz 2016.

Feliz 2016

 

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