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Alberto Rodríguez

El hombre de los mil nombres

El hombre de los mil nombres

Una vida de película. Sus dos hermanas esquizofrénicas. Su padre le prestó los 700 dólares con que Walt Disney comenzó todo. Su talento como guionista está reconocido por todos los directores norteamericanos. Dirigió una sola película. Participó de la huelga a las industrias Disney. Fue llamado por la comisión de actividades antinorteamericanas, fue procesado por la derecha evangélica en la cruzada paranoica para eliminar a los enemigos de Norteamérica. Fue encarcelado, en la cárcel conoció al Senador Dexter Jordan, el político más corrupto de la época, de quien se hizo amigo, al punto que le dejó su fortuna. Cuando volvió a Hollywood debió cambiarse el nombre. Estuvo de seudónimo en seudónimo haciendo pequeños trabajos, viviendo clandestino con su madre. Debió haber tenido más de quinientos falsos nombres. El cuerpo de su doble apareció en un auto accidentado cerca a la colina donde estuvo el original Hollywoodland. Se lo dio oficialmente por muerto. Abandonó Hollywood y se fue a viajar, estuvo en México, en Argentina, España, Italia, Francia, siempre produciendo, comprando pequeñas productoras, promoviendo proyectos, buscando directores. Se movió en el cine como productor, la forma más secreta de estar en el negocio. Cuando regresó fundo la Bracket Productions – el nombre de un compañero de escuela - con el nombre de Philip Jacobs. Su nombre puede ponerse al lado de los innovadores, Buster Keaton, D.W Griffith y Charles Chaplin. Regresó, hizo montones de dinero, encumbró su productora y creó una red de pequeñas productoras en el mundo. Pero se hizo viejo. En el entretanto fraguo la venganza contra los que siendo jóvenes fingieron ser sus amigos y a cada una de las queridas porquerías les cobró sin compasión. Empezando por la única mujer a la que amó: Angela Walker. Entre todos los que tanto lo querían, fraguaron su asesinato, a la manera de un suicidio. Su nombre original: Lester Brown.

El trabajo de Ricardo Silva es monumental: el rastreo de las fuentes en USA, el conocimiento histórico, el uso de las fuentes de archivo, la reconstrucción, el relato.

Una vida como la de Lester Brown es la inspiración para una crónica, una novela y un film. Y un autor como Ricardo Silva Romero  se le midió a hacer una crónica biográfica de maravilla, tan buena que se deja leer como novela.

Obligatoria para cronistas y novelistas.

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