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Alberto Rodríguez

Habana Club

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Una vez asentados en la mesa de La Habana, los miembros del cartel rojo han creído encontrar un hueco para abrir la agenda original. La foto entregando las armas, no la verán, dijo uno de los miembros de la delegación. ¿Cómo? Conociendo a los políticos. Queremos una asamblea constituyente, agregan. No dice, el gobierno, no estaba pactada y además si la convocamos se nos meten los uribistas, los narcos y los paracos. Queremos un gobierno no presidencialista. El modelo de gobierno no está en discusión responde el gobierno. Cualquiera diría que las conversaciones han hecho fuertes a las Farc en la mesa, y que por eso el tono de exigencia más allá de la agenda. O que están hablando para sus tropas. O que quieren romper el diálogo.

Se rompió la confidencialidad, la reserva mediática que se había acordado. El cartel rojo ha puesto a todos sus miembros a darle trabajo a los medios. La gente tiene derecho a saber, dicen ellos. El gobierno apenas si habla, el Santico desde cualquier tribuna responde para la platea, y el jefe de la delegación, en una columna perdida en Semana. El gobierno va a tener que darle trabajo a los medios en La Habana.

El pecado original de las conversaciones para poner fin al conflicto es la agenda. Ahora después del parto de los montes viene el caballo de Troya. Una jugada política a tres bandas. La firma del acuerdo y las próximas elecciones. Otra refundación de la patria. Y el resultado, esperado por USA, sobre los acuerdos a que debe llegarse sobre el narcotráfico. Punto en el que las opciones políticas se abren. Una, si aceptan que son el cartel rojo, alcabaleros del gramaje, cocineros y socios de los carteles mexicanos, y otra, si no reconocen ni un gramo.

No olvidar quién está al otro lado de la mesa.

 

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