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Alberto Rodríguez

“La paz sea contigo. Poemas que se ven”

“La paz sea contigo. Poemas que se ven”

Roy Barreras, por más barreras que se le pongan, está convirtiéndose en santo, se está espiritualizando, como si ya estuviera en la cárcel. Cuando supe, que en medio de la mayor tormenta política de su carrera, se aparece en la FIL a lanzar un libro de poesía, que expulsó en una sola una noche de aspiración, pensé que la poesía había llegado a su fin.

El libro de Roy ha sido tan poderoso, que creó en la red de twiteros, una corriente poética promovida por la fuerza de sus 22 poemas bendecidos. Un nuevo movimiento poético virtual en Colombia, se alza contra el poeta. Algo que ni Bretón logró. Tal vez el Presidente del Congreso de Colombia sea el único poeta, cuya obra provoque un movimiento poético masivo para tumbarlo.    

Los poemas de Roy, en su conjunto, son poemas semi-narrativos y dolorosos, provocados por el hecho de la guerra. De una, de la que él es políticamente responsable. Pero no es obra de la poesía, ni el azar, ni siquiera de las circunstancias, que sea a través de su mano que se escriba una ofrenda casi rabiosa, que cae como un clavel en un charco de sangre.

El estilo de Roy es sagrado. Comenzando por el sonoro título pirateado de la biblia. Es lo que dicen los curas cuando la misa termina. Así que lo que el poeta hace, es destilar una poción bíblica en caldo de veneno de lagarto. La poética de autoayuda sabe contrastar tonos de fingida vehemencia con claroscuros de mermelada. Al paso, los poemas dejan un aroma magnífico a cloaca e incienso. La música poemática es como la de una tuna. Hondo dolor que desgarra los pechos, el corazón cuando se tiene, hirsuta alegría y un cierto “dolor de patria”, que se expresa con sonoros y pintorescos lugares comunes.

El lagarto en su noche libre se purgó de inspiración, abrió su espíritu al señor de los cielos e imprecó contra la guerra. Expulsó una manotada de versos furiosos, como por acción de un vermífugo, en los que venían sentimientos, que su mano supo traducir al libro que acaba de presentarse en sociedad.

El libro viene con un código mítico de barras. Fue escrito en una sola noche, como si hubiera sido dictado por las furias de una inspiración de profetas.

 

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