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Alberto Rodríguez

1984

1984

Neolengua es la lengua oficial de Oceanía, uno de los tres grandes bloques en que el mundo se divide. Es la lengua del Partido, a imagen y semejanza del poder. Es una lengua partidista que responde a la ideología del Ingsoc, socialismo inglés. Una lengua abrasiva, hegemónica, egocéntrica que devora a las demás. Una lengua diseñada para reducir pensamiento y significados. El partido comenzó a diseñarla entre la primera y la segunda guerra mundial. En 1984 nadie, todavía,  utiliza la neolengua como comunicación única. Los editoriales del Times se escriben en neolengua y son su publicidad escrita, la BBC también transmite en neolengua con servicio internacional de traducción, la publicidad hablada. El Partido ha previsto que la neolengua reemplace la vieja lengua - el inglés corriente – el primero de enero del 2050.

Los miembros del Partido interior deben hablar en neolengua, entre ellos y con cualquier miembro del partido exterior, aunque mientras están jodiendo con su mujer se les escapen porquerías en cookney. De hecho, uno de los criterios de ascenso partidista, es la capacidad de hablar fluidamente neolengua. El que mejor la habla es el Gran Hermano, el dios del Partido. Se espera de todos los miembros que puedan dar línea en neolengua como las ametralladora disparan balas. La neolengua prescinde de la etimología, generaliza la abreviatura, relativiza la gramática y consagra la eufonía. El canon de neolengua está compendiado en las ediciones novena y décima del Diccionario de Neolengua. 1984 es el año de publicación de la onceava edición.

 Ficción utópica y ficción distópica  son géneros literarios que exploran el poder político. La ficción utópica tiene largo historial, La República de Platón, La ciudad de Dios de Agustín, Utopía de Tomás Moro, La nueva Atlántica de Bacon y la Ciudad del sol de Campanella, que exploran el poder al futuro. La ficción distópica explora el poder al presente o al pasado.  En la literatura de América Latina se encuentran buenos ejemplos: El señor presidente de Asturias, Yo el supremo de Roa Bastos, El otoño del patriarca de García Márquez, poemas de Neruda y Jorge Zalamea, y claro, El siglo de las luces de Carpentier.

 1984, publicada a mediados de 1949, se debe a Nosotros de Zamiatin, publicada en el 21. Se debe, porque fue Zamiatin el que abrió la compuerta de las modernas distopías, todos los que después escribieron le deben algo. Es una novela que debe leerse, y debe comenzar a leerse por el apéndice titulado “Los principios de la neolengua”. La más perversa y sofisticada ficción que bajo el principio de que lo que no está en la lengua no existe, monta un diseño de lengua capaz de extirpar automáticamente pensamientos contrarios al poder.

 Y si después de leer la novela quieren ver la película de Radford, un sábado en familia, háganle, todos verán cómo fracasa el amor. 

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