Blogia
Alberto Rodríguez

El arte de la impostura

El arte de la impostura

Alarma que una piadosa mujer pueda confiarse en confesión a un falso pastor, que un procesado sea condenado porque le entregó el poder a un falso abogado, que el urólogo que realiza los exámenes de rutina resulte ser un fontanero, que la profesora a la que confiamos la educación sexual de los niños sea una yerbatera, o que el psiquiatra del que depende un diagnóstico, no haya terminado bachillerato. Con los únicos impostores con que la sociedad civil puede estar tranquila, es con los escritores.

Pero más que el riesgo de la impostura hecha profesión, causa hilaridad la indefensión institucional, la falta de políticas de selección, la falta de criterios, la falta de estandarización discursiva, de todas las agencias, que evite que alguien fuera de la profesión pueda hacerse pasar como uno de los suyos. Causa molestia que sea la corrupción institucional, la contraparte indispensable de la impostura. En un país como Colombia donde los impostores se dan silvestres, que muchos burlen todos los escalafones, los controles, los ingresos, habla muy bien de ellos y muy mal de la instituciones.

Marilú Ramírez, acusada del atentado de la Escuela superior de guerra en el 2006, miembro de las FARC, se infiltró en el Curso integral de defensa nacional. Fue alumna destacada y recibió el diploma de manos de Monseñor Uribe. Se infiltró en el IMPEC. Se cayó porque encontraron  su información en el computador de un guerrillero capturado.

Bernardo Vanegas Trejos, impostor de abogado. Defensor del sindicato de profesores de Cartago, fue detenido, después de diez años de ejercicio de la profesión, cuando defendía un violador, en la misma ciudad. Se cayó por la envidia de otros abogados que lo sapearon a la Policía Judicial.

Camilo Herrera Triana, impostor de psiquiatra, se infiltró en Medicina legal durante diez años y llegó a Director de una agremiación profesional de legistas. Fue el responsable de los dictámenes psiquiátricos de cientos de procesados. Se cayó por pendejo, por no falsificar bien y a tiempo, los papeles.

Al impostor nadie podrá negarle la astucia, la inteligencia y el conocimiento del lado débil de sus contrapartes. La impostura no es fácil, ser otro es un arte, actoral,  que consiste en despersonalizarse al punto de poder ser otros, de meterse en los zapatos de otro sin que se le note, echando mano de conocimientos efectivos, improvisaciones oportunas y una intuición a prueba de balas.

Las instituciones no pueden defenderse de los impostores, porque sean inteligentes, sino porque en todas ellas flota un rancio aire de impostura, comenzando por la Procuraduría General. Alejandro Ordoñez es un impostor, ejerce como falso Procurador, porque no se ciñe a las funciones que por norma definen su cargo.   

 

2 comentarios

BERNARDO VANEGAS TREJOS -

don alberto: resulta que yo si estudie derecho y ciencias politicas en la UNIVERSIDAD LIBRE DE PEREIRA.

SI USTED quiere ver la sentencia C-256 DE 2008 VERÁ QUE EL DEMANDANTE ANTE LA CORTE CONSTITUCIONAL SOY YO, Y LO HICE COMO CIUDADANO, NO COMO ABOGADO, PERO PARA PRESENTAR DEMANDAS DE ESTE TIPO SE REQUIERE TENER PROFUNDOS CONOCIMIENTOS JURIDICOS. ESOY EN EL TRABAJO DE LEGALIZAR MIS ESTUDIOS PARA VOLVER A LOS ESTRADOS JUDICIALES. YO NO SOY UN FALSO ABOGADO, SOY UN JURISTA SIN TITULO TODAVIA. A PLATON, A ARISTOTELES, NINGUNA UNIVERSIDAD LES DIO EL TITULO DE FILOSOFOS Y SIN EMBARGO DESPUES DE MAS DE 2000 AÑOS LOS SEGUIMOS CONSIDERANDO COMO TALES Y SON UN REFERENTE OBLIGADO DE LA CULTURA DE OCCIDENTE.

DE TODAS MANERAS SI QUIERE CONTACTARME MI NUMERO ES EL 3127538318, SE VE QUE ES USTED UNA PERSONA PREPARADA E INTELIGENTE, MIS RESPETOS.

BERNARDO VANEGAS TREJOS

Kaldina -

Interesante el asunto, aunque obvias una cosa, los intereses, tanto del impostor como el de las instituciones que los contratan, no creo que sea un caso de buena voluntad y exceso de confianza.