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Alberto Rodríguez

No todo vale

No todo vale

No podría ocultarse para quienes hemos apostado por Mockus, la sorpresa y el miedo, en mi caso, por los resultados de la primera vuelta electoral. ¿Qué pasó? La pregunta natural, la que ha tenido a Mockus, Peñalosa y Lucho, encerrados desde el domingo.

Un primer factor a considerar, son las encuestas. Ya no es posible hacer análisis electoral, sin análisis de las encuestas. Las encuestas públicas hasta una semana antes de las elecciones, nos habían persuadido de un empate técnico entre Mockus y Santos. Lo cual daba confianza, seguridad, fuerza y ánimo a la campaña verde, tanto que Mockus llamó a ganarlas en la primera vuelta. Las encuestas midieron tendencias muestrales, movilidad de la intención y distribución por regiones. Pero en la semana que transcurrió entre la última encuesta pública y las elecciones, pasaron cuatro cosas: los debates alteraron el mapa de intención, Mockus dio papaya, la franja independiente que estaba indecisa no se alineó y Monseñor Uribe salió a hacer su propia campaña de micrófonos, en solitario.

Se esperaban 16 millones de electores, se pasó de catorce. Un millón largo de independientes, no encontró opción ni en la izquierda, el centro, ni la derecha. Mockus que ha estudiado la retórica, la lógica y la teoría de la información, dio varios traspiés. No sé cuántos de los que veníamos acompañando su propuesta se retiraron, entre el empate técnico y el día de elecciones. Algunos de los que hubieran podido incorporarse a los verdes, se distribuyeron entre el Polo y CR. Encontraron una imagen más convincente, sólida, coherente, sin traspiés, en Petro y Vargas.

La pregunta que sigue, es: ¿cómo fue que pasaron esas tres cosas en la misma semana? En la última semana las cosas se aceleran, se magnifican, se caricaturizan. Parece fácil decir que la culpa de todo, como asegura Petro, vistiendo una pañoleta amarilla como de boy scout, la tiene las encuestas, o más exactamente, la manipulación política de las encuestas que artificializó el escenario electoral, infló  unos candidatos y desinfló a otros. Si se acepta el argumento, entonces tendríamos que convenir, tal como lo sugerí en una columna anterior, que el que encuesta elige. Con lo que habríamos llegado a una deforme y traicionera “democracia estadística”, frente a la cual los programas quedarían reducidos a una antigualla.

Pero también hay otros factores que explican los desoladores resultados de ayer, que movieron la intención, metieron dosis calculadas de miedo, alentaron el riesgo, el temor al vacio, que persuadieron independientes y produjeron, en alguna medida, deslizamientos. La campaña agresiva de medios de Monseñor Uribe Vélez. En una semana hizo un trabajo más eficiente, que la ristra de manzanillos de Chucky. Comenzando por el jefe del trasfuguismo liberal, Rodrigo Rivera. José Obdulio contribuyó con la jugada sucia, - las únicas que puede hacer -, cuando en la misma semana lanzó su “campaña pederástica” contra la política reproductiva de los verdes. Y desde luego, los hombres del maletín, que se movieron el domingo en los suburbios.

¿Qué queda? Ayer Mockus, dirigiéndose a sus seguidores en la sede de la campaña, coreó sin fuerza, la consigna: ¡¡esto es un parcial, falta el final!! Para el final, pues, se me ocurren tres recomendaciones. Primera, que Mockus derrote contundentemente a Chucky en todos los debates, que lo confronte radical y enérgicamente, que meta toda la fuerza del argumento de que es capaz, que le acerque la candela la gran rabo de paja. Que todos los votantes verdes consigamos – cada uno – tres votos más para el 20 de junio. Y que no desdeñemos las encuestas.

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