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Alberto Rodríguez

Entre el sagrado verde y el “factor naranja”

Entre el sagrado verde y el “factor naranja”

¿Qué pasó ayer, día de elecciones presidenciales, con las fuerzas multicolores de la política colombiana? Se reprodujo la situación de las elecciones legislativas, Monseñor Uribe triunfó con los anaranjados – su partido -, que en este espectro, salen del rojo, el roji-azul y el azul; estuvieron a tres puntos de haber obtenido mayoría para ganar la primera vuelta. Duplicaron con ventaja de medio millón más a los verdes. Triunfó el “uribismo sin Uribe”. Ganó la derecha más peligrosa que haya gobernado el país desde las épocas de Mariano Ospina y Laureano Gómez. Se premiaron las “perlas uribistas”, la política de las chuzadas, del AIS, de los falsos positivos, de la refundación de la patria, y de la lucha contra la constitución del 91. Se premió el gobierno que nos deja un campo minado, una “reforma agraria” mafiosa, un sistema de salud colapsado, un sistema educativo con cobertura y sin calidad, una política exterior envainada, un desempleo igual al que había en el 92, una recuperación económica ficticia, un clima de vendetta contra las Cortes adversas, y un segundo gobierno, conseguido por cohecho.   

Los rojos, a Dios gracia desaparecieron. La mayoría se deslizó en las narices de Pardo hacia los anaranjados. Casi no llegan al umbral. Pero más que el trasfuguismo, se le pasó la cuenta por la herencia samperista, que ni Gaviria pudo limpiar con el pañito tibio del “partido moderno”. Estarán en libertad los pocos que quedaron, de correr a donde los naranjados, o de quedarse sin nada del botín. Los derrotaron los azules y su bandera, que fue un trapo rojo, terminó en licra rosada.

Los azules, sufrieron el desangre del trasfuguismo promovido por los agentes de Monseñor, y perdieron todos los votos que según las encuestas tenían, entre ellos los de quienes votamos por Noemí contra Uribito, a quien ayer mismo vimos ponerse la camiseta naranjada, al momento de hacer público su golpe de estado contra la pobre Noemí, que de todo esto habrá aprendido mucho sobre la esperanza. En el 2014 podrás volver a lanzarte. Adelante Noemí, no te desanimes. La esperanza es lo último que se pierde.

Los roji-azules ganaron adherentes, subieron respecto a lo que las encuestas señalaban, llegaron a millón y medio de votos y posicionaron a Vargas Lleras, como cabeza de la oposición, si es que antes del 20 de junio, los manzanillos de Cambio Radical, no optan por volverse anaranjados, como ya alguna vez lo hicieron, cuando casi le acaban el club a Varguitas. Tranquilo, en el 2014 tendrás tu segunda candidatura, mientras tanto aprende a reconocer a los enemigos.

Los amarillos, en especial Petro, hicieron un buen trabajo, aunque estuvieron millón y medio de votos por debajo de los de Papá Noel en el 2006. Dice Petro, aunque no hay que creerle, que la culpa la tienen las encuestas, que artificializaron la dimensión de la intención de voto. Y en efecto, estuvieron doce puntos porcentuales por debajo de lo que daban a los anaranjados, y  catorce puntos por encima, de lo que obtuvieron los verdes. ¿Pero entonces a favor y en contra de quién estaban? Se diría, con la misma lógica que inflaron a Mockus y desinflaron a Santos, en detrimento de Petro. Pero no querido Petro, por encima de la lógica ingenua conque lees en las encuestas, está el mal ejemplo de perdedor partidista de Papá Noel, los aliados anapistas, la ristra de dussanes que medran en el Polo, y el clientelista, ineficiente y descolorido gobierno local de Samuel Moreno. A pesar de la carga heredada de males, a los que Lucho supo sacarles el cuerpo a tiempo, estás en la pelea. Ahora frente a la muy alta opción de un gobierno de Chucky, te necesitamos como el mejor vocero amarillo de la oposición, disparando argumentos y hechos, contra el gobierno del “factor naranja”.

Y los verdes, quedamos verdes.

1 comentario

Guillermo Villegas -

Si, qué buen candidato fue Petro. Por primera vez la izquierda tiene una propuesta de gobierno. Ahora falta que los dioses del Polo, le entreguen la presidencia del partido.