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Alberto Rodríguez

Benedicto condón XVI

Benedicto condón XVI

No tengo idea si Benedicto usa condón, si los cardenales usan condón, o los curas abusadores de las parroquias en el mundo, usan condón. Deberían, necesitan protegerse. ¿Cómo no cuidar la clerecía? Pero deberían no abusar, no deberían mentir, ni hacer declaraciones irresponsables, pero lo hacen. Lo cual me da el derecho a suponer que también usan condón. Qué tal el Papa con sida. A no ser que Benedicto nos haya resultado casto y entonces se abstenga; en tal caso podemos estar tranquilos con él.

El gobierno francés, los representantes de la ONU, la OMS, se han declarado alarmadas por las declaraciones de Benedicto en su primer viaje a África. Fue a decirles a millones de negros que deben abstenerse. Lo cual de paso vale para todo el mundo católico. Pero África sin sexo sería como Norteamérica sin teléfonos celulares. Su Santidad no sabe lo que ha dicho. Actúa como una especie de inimputable parroquial, que va desvariando en un avión de Alitalia; sus recomendaciones, de aceptarse contribuirían, de muy buen fe, a triplicar  los 22 millones de infectados hoy en el África, en una cuarta parte menos del tiempo de contagio actual. Lo que hoy es un castigo extendido en los países africanos, que padecen los más pobres, se convertiría en una plaga que no conocería límites, una maldición, que haría palidecer cien veces, las que Moisés lanzó contra los faraones.

 Benedicto no aprueba ninguna forma artificial de control de la natalidad. ¿Para qué si todos debemos ser castos? Hasta los curas. Y coincidiendo con Monseñor Uribe Vélez, recomienda abstenerse del gustico, como quien se abstiene de comprar un jabón. El presupuesto doctrinal sobre el que se hace la recomendación es una especie de deber ser paradójico. Si cada quien estuviera con quien corresponde, cada uno con su pareja, estable y definitiva, no habría riesgo de infección, ni siquiera existiría el riesgo de contagio por vía sexual. Como es así que debe ser, la única solución es ser como no somos: castos, monogámicos, abstencionistas.

 ¿A quién le habla Benedicto? ¿Tendría cojones para decirle en la cara a una prostituta en Kinshasa, que no exija condón a sus clientes? ¿Tendría valor para decirle a un soldado del Congo que no use condón en su día libre? Benedicto no sabe a quién está hablando. Perdónalo Señor, porque no sabe lo que dice. Es tan inactual su prédica, que uno dudaría que hubiera muchos africanos, que estuvieran dispuestos a correr altos riesgos sanitarios, por hacerle caso. Aún siendo el África donde todavía crece el catolicismo.

 Por diplomacia nadie le va a decir a Benedicto que se vaya con su prédica a otra parte. No los africanos, bueno, no todavía. Todos los ministerios de salud de los países africanos deberían protestar enérgicamente, y pedirle que no interfiera en las políticas de salud pública contra el sida en África. Pero, bueno, los europeos más diplomáticos, más liberales que los negros, le han hecho saber, en otras palabras, que sus declaraciones son suicidas. Tanto más peligrosas si alguien se las creyera, pero a Dios gracias, a Benedicto no le creen ni en su propia iglesia. ¿Cuántos curas se abstienen?

 Pero aún si la clerigalla católica internacional fuese casta, tal cosa ni siquiera serviría de argumento contra el uso del condón, aunque probablemente, el discurso de Benedicto tendría un aire moral. Es posible que cumpla lo que predica, está en todo su derecho de abstenerse.

 

 

3 comentarios

kulasaim -

La animadversión de la iglesia hacia el condón es un axioma intrínseco...

www.nicolasespositochedel.com

Anónimo -

La animadversión de la iglesia hacia el condón es un axioma intrínseco...

www.nicolasespositochedel.com

Jaime Corrales -

Interesante, eh, bastante.. Sería bueno un cuento con esto, se dejaría leer un poco mejor. claro que ahora con el taller, todo lo pienso en forma de cuento