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Alberto Rodríguez

Inception: técnica de instalar ideas a través del sueño

Inception: técnica de instalar ideas a través del sueño

Director: Christopher Nolan, Guionista: Christopher Nolan, Actores :Leonardo DiCaprio, Joseph Gordon-Levitt and Ellen Page. Cuatro premios Óscar, mejor fotografía, mejor mezcla de sonido, mejor edición de sonido y mejores efectos visuales. Tres premios BAFTA, a mejor diseño de producción, mejor sonido y mejores efectos especiales. Obtuvo el tercer lugar de taquilla en el 2010 según la ABC.[4]

La trama de la película se elaboró muy cuidadosamente sobre una teoría del sueño artificial, una variante computacional de la teoría poética del “sueño experimental” de Tristan Tzara. Se trata de provocar una intervención administrada en el flotante mundo inconsciente, liberado durante el sueño. Una ingeniería ha logrado desarrollar una tecnología para entrar al inconsciente e inocular “sueños diseñados”. Una "maquina de sueños" que se conecta al durmiente, alimentada con un software y algo de sedante, lo predisponen a un sueño artificial. La creación del software es un reto de ingeniería onírica para el relato de ciencia ficción. Se trata de crear un sueño en red en tres niveles con sistema de proyección. Lo que quiere decir: varios soñantes conectados en red entren a un sueño común, que tiene tres pisos, como en los dibujos de Escher, en el que algunos agentes de vigilia, como si fueran fichas de ajedrez que se han perdido y se reintroducen al juego, interviniendo el curso del sueño en cualquier momento, de tal forma que se modifica la secuencia diseñada. El sueño diseñado trabaja en una escala temporal completamente diferente a la escala de vigilia. Pero vigilia y sueño son reales. Todo, en el fondo, tiene el costo de la realidad. En alguna ciudad de oriente Cobb encuentra - un salón donde inducen sueños y diseñan sedantes - a unos hombres acostados en medio de una viciosa penumbra, que no han ido a buscar un sueño, apenas un poco de vigilia, que les ayude a despertar.

Un guión de diseño, con gasto teórico, con un trabajo de equipo que perfectamente daba para competir por el Oscar de guión. Aun así, una mala película. Hizo el diseño teórico de la trama, pero se enredó a la hora del relato. Lo peor es que no logra mostrar la diferencia verosímil  entre estar viviendo y estar soñando. Con lo que se permite jugar a la confusión plausible y reiterativa, entre lo vivido y lo soñando todo el tiempo, con recursos de edición, jugando  a desorientar al espectador, enlaberintando la trama, aun aceptando que el laberinto es una de las formas de la estructura del programa de sueño. Puede ser un sueño, puede no serlo, termina importando poco. Solamente hay una obsesión única en el sueño y la realidad, el suicidio de la mujer de Dom Cobb - Mal - que se arroja desde lo alto de un edificio. Una vigilia recurrente, un sueño obligado, empujado, proyectado, a la manera de la continuidad de las cosas que no se alcanzaron a vivir o de las que no se terminaron de soñar. Como la otra vida en esta, intercambiándose al ritmo de las costuras del guión, de problemas del relato no resueltos por los guionistas, de la mano de un director pretencioso, de una historia saturada y cargada de resoluciones narrativas chapuceras.

Todo lo demás es un mal sueño, que no alcanza a pesadilla,  y que en muchos momentos ni siquiera lo parece. Y cuando lo parece - como en la escena del puente, el rio, la alameda y los grandes espejos giratorios que hacen rotar el paisaje hasta la réplica infinita – el relato no se sostiene. Tal vez al final, después de un gran sueño en el que Cobb ha estado vagando desde la muerte de su mujer, cuando regresa a casa y encuentra a sus dos hijos, mientras el tótem - su peonza - gira en la mesa de caoba. Tal vez.

¿Gregorio Samsa sueña que es un insecto monstruoso, o un insecto monstruoso sueña que es Gregorio Samsa?

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