Cambalache en Bariloche
Tres mil hombres de las Fuerzas Armadas argentinas acordonaron con tres círculos de seguridad el hotel Llao Llao en Bariloche, mientras en el salón principal doce presidentes suramericanos hablaron durante siete horas para la platea continental por televisión.
La cumbre de Bariloche no tuvo más altura que la de la estación andina. Lula estaba molesto por la televisión. Aquí no hay confidencialidad. Con las cámaras buscando en qué momento comemos, o nos aburrimos, nos ponen a actuar para la platea. Lo que más me preocupa es lo que van a decir los periódicos mañana.
Correita fue claro, puntual, hizo una exposición de motivos, argumentó, dio cifras, hizo política, y se dirigió al pueblo colombiano para que no se coma el cuento de Monseñor Uribe. Y dejó en claro que Colombia no va a poder controlar a las tropas norteamericanas, y que la impunidad va a gozar de inmunidad. La tesis: no hay proporción entre la magnitud de armamento y los objetivos internos.
Chávez leyó a Bolívar y el Libro Blanco, donde se informa sobre disponibilidad de uso estratégico de Palanquero. No le respondió a Monseñor, porque dijo que no se dejaba provocar. Dijo que no le importaba que le dijeran dictador, terrorista, narcotraficante. Insistió en que los Estados Unidos preparan desde Colombia la invasión a Venezuela, para apoderarse del petróleo. Alan García, lo tranquilizó: ¿para qué Chávez, vendrían por tu petróleo, si tú se lo vendes a ellos?”
La Señora K mantuvo el aire global de ecuánime institucionalidad. No permitió que se le fuera la reunión de las manos. Insistió para que se convoque al Consejo de defensa de Unasur, que deberá comprobar en campo, la realidad del convenio de Colombia con los Estados Unidos. Como si pudiera.
Monseñor hizo un recuento de miserias, no completo desde luego. Se defendió como en todos los foros, como víctima. Dos grandes enemigos: los terroristas y los narcotraficantes. Un país víctima, que reclama solidaridad, comprensión, ayuda. Ninguno de sus vecinos acepta a las Farc como terroristas, al contrario de la Unión europea y USA. ¿Por qué? ¿Porque no las creen terroristas? ¿O porque siéndolo no conviene reconocerlo? A Chávez le lanzó dos directos que lo dejaron seco: ¿Cómo es eso que usted dice que Raúl Reyes fue un gran revolucionario? Usted, Chávez, tiene en Venezuela a Iván Márquez y a Timochenko. A Correita, Monseñor no le pudo ripostar, se quedó sin aire. Dijo que las cuentas sobre tropas en frontera eran erradas. Y que si se habían crecido los cultivos de coca en la frontera, era porque habían dejado de fumigar a pedido del Ecuador. Se negó rotundamente a que se invitara a Obama a una reunión de Unasur. Juró, rejuró y perjuró, que la presencia de tropas norteamericanas en Colombia solo tiene objetivos tácticos contra enemigos internos. Aceptó que el Consejo de Defensa vaya a meter las narices en las bases. Habiendo llegado investido con su sucio aire de transparencia, era lo menos.
Evo no tiene matices, es monofásico. La declaración final debería condenar tajantemente la permisividad colombiana al acantonamiento de tropas norteamericanas. Punto. Los demás presidentes – Paraguay, Uruguay, Chile - no cuestionaron la soberanía para firmar tratados con terceros; nadie quiere pisarse las mangueras. Posan de equilibrados y resultan sosos, sus discursos desvaídos dejaron en claro una cierta preocupación por los riesgos de las tropas de Obama. Correita fue más allá, cuestionó el principio de soberanía nacional en el marco de la soberanía y la seguridad regional, que representa la Unasur.
El Presidente de Suriname preguntó a quién se le había ocurrido hacer esa reunión tan lejos, dijo que le había costado mucho trabajo llegar. Debió haberse ido en bus.
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