El costo de la esperanza
Barack Obama la promesa negra, el hombre que ha despertado más expectativas en la historia de los presidentes de Estados Unidos, el hombre para la “crisis norteamericana”, que convocará a dos millones de personas en los alrededores del Capitolio en Washington el 20 de enero, no podrá escapar a su destino manifiesto, aunque quisiera, el de ser el Presidente de los Estados Unidos de América.
Obama ha extendido una invitación a todos los alcaldes, diputados, congresistas y concejales negros de América Latina para que asistan a su posesión. De modo que quienes el martes estén expectantes frente a sus pantallas, podrán ver a través de CNN o de RCN, al Nene Doc Martínez, cómodamente sentado en una de las tribunas de invitados especiales, junto a los políticos negros de América Latina y el mundo. Tal vez Willington se habría visto mejor.
¿Tendrá idea Obama de a quién invita? Si yo fuera él no haría un gesto tan amplio, tan racialmente generoso. Invitar a los negros está bien, pero el problema no es que sean negros, el problema es que no todos los negros son invitables, precisamente porque la naturaleza de la invitación no es racista, sino política. Hay buenos políticos negros, pero también hay malos políticos negros, seguramente muchos más que los otros. Igual a lo que pasa con los blancos, los judíos, los rusos, los japoneses, los indios, los mestizos. Quisiera uno que la invitación fuera a los amigos de la democracia que nos ha prometido, y no solo al color.
¿Cuántos amigos le quedan al proyecto de democracia exportable de los Estados Unidos después e los ocho años de Bush? ¿Se pregunta uno que tantos bandidos habrán de estar en las tribunas y en el pasamanos presidencial del 20 de enero? ¿Qué tono deja el gasto de 175 millones de dólares en los tiempos que corren? ¿Hasta dónde Obama tiene claro los límites que como Presidente le han puesto los dueños del país? ¿Hasta dónde trasgredirá los límites de la herencia evangélico-republicana del anterior periodo? ¿Está dispuesto a evacuar las tropas norteamericanas de Irak para abrir una etapa civil de guerra a muerte entre islamistas, que se convertirá en el foco de desestabilización más fuerte en el mundo? ¿Hasta dónde cuenta con los recursos para enfrentar con todo al Talibán?
Quiera Dios que la tribuna donde se sienten indiscriminadamente los políticos negros de Haití, Brasil, República del Congo, Zimbaue, Sudán y Colombia, no sea el retrato de los aliados con que Obama tenga que hacer frente a la crisis global de la economía, de los derechos humanos, de la lengua escrita y del medio ambiente.
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claudia Serna -