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Alberto Rodríguez

Santos vende el sofá

Santos vende el sofá

El año pasado el tribunal de La Haya produjo un fallo que respondía a la demanda interpuesta por Colombia frente a la reclamación nicaragüense sobre aguas territoriales en el Caribe occidental. En su momento a Santos se le ocurrió que por deber patriótico y estrategia política debía decir que el fallo era “inaceptable”. Lo que en palabras llanas significaba que Colombia no aceptaba el fallo judicial de la corte más importante del mundo. Como de hecho no quedaba nada bien declararse desconocedor de los fallos en derecho, y menos a un país como Colombia, obligado con los compromisos suscritos por los países signatarios del Pacto de Bogotá, Santos nos sorprendió con la solución del idiota, sacar a Colombia del pacto de Bogotá. Una solución tan estúpida como vender el sofá.

Diez meses después cuando su popularidad ha descendido a 21, ha vuelto a subir y a bajar, Santos nos sorprende con una declaración completamente extemporánea, improvisada, y jurídicamente retardada. Nos dice que el fallo de la Corte es inaplicable. Lo que significa que acepta el fallo de la Corte, solo que reconoce que para que sea aplicable, es necesario un tratado con Nicaragua sobre límites territoriales. Se ampara en el derecho constitucional territorial colombiano que exige que los cambios de frontera serán exclusivamente resultado de un tratado. El derecho nacional fue rebasado con el fallo por el derecho internacional, sin que él parezca haberse enterado. Ahora, si el tratado se firma no será, por parte de Nicaragua, más que para ratificar el fallo. Lo que para Colombia, en versión doblemente estúpida, equivale a que el vendedor del sofá se lo compra al que se lo vendió.

No se puede hablar de expansionismo de Nicaragua. Equivaldría a acusar la Corte de La Haya de legitimar a través de sus fallos el derecho a la expansión. Nicaragua no ha hecho nada por fuera del fallo. Nicaragua tiene un mejor equipo negociador que Colombia. Fue y es más coherente en su estrategia de reclamación. Colombia cambió equipos con cada cambio de gobierno y envió  a La Haya a unos chiflamicas bogotanos con salarios obscenos, que improvisaron simples estrategias de sofá, y que en Colombia casi todos aplaudieron.

Inaplicable. ¿Y qué con eso? ¿Qué vas a hacer Santos? ¿Enviar las corbetas y las cañoneras para sacar a los nicas de los 75.000 kilómetros cuadrados que el falló de La Haya les otorgó? El gobierno de Santos es estúpido, reacciona equívocamente frente al fallo y luego lo acepta condicionándolo a un tratado que de firmrse no haría más que ratificarlo. Lo que equivale a regalarle el sofá al tipo que se folla a la mujer.

1 comentario

carmen elisa girado -

De acuerdo. Es tan claro el resumen como oscuro fue este proceso. A estas alturas las patadas del ahogado solo sirven para que se hunda más.