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Alberto Rodríguez

Hablar solos

Hablar solos

 Escribir es como hablar solos, como los locos. Leer es algo más parecido a conversar, como las personas.

La última novela de Andrés Neuman – Hablar solos - es un afortunado y agudo ejercicio de voz. Una historia urbana de clase media, un matrimonio, a él le da un cáncer que termina matándolo, después de un viaje con su hijo de diez años. Ella mientras tanto le pone unos cuernos desesperados con el médico tratante. Algo aburridamente cotidiano, pero que en manos de un escritor, resulta siendo la revelación de todo eso que trasciende la historia, en la voz de sus tres protagonistas.

Tres primeras personas, tres puntos de vista, centrados en el hecho de ser una familia. Lito, Helena y Mario. Cada uno es la voz cantante en los capítulos que les dedica el autor. Lito es muy descriptivo, como los niños y los autistas, cuenta lo que hace, lo que quiere, lo que ve, monologa. Mario habla en una primera persona oscilante, ensaya diversos tonos de pesadumbre y en ocasiones se dirige a una segunda persona, que le hurga con fuerza la herida. Elena describe situaciones con la complejidad de una profesora de literatura, y es profunda y dolorosamente reflexiva.

Es especial descubrir que Neuman tiene que dividirse para hacer que el ejercicio de voz sea concluyente, creíble. Y a fe que lo logra. Puede ser niño, encuentra la voz del enano. Puede ser Mario, lo pone a hablar en la voz más parecida a la de sí mismo, de su misma edad. Lo especial, es que no solamente encuentra la voz de Elena, su tono justo, la inflexión verosímil, sino que es la que más logra de las tres, como si fuera de la que más cerca está. Su alma y el alma de ella, fundidas en una voz que es de ambos, que se comparten, que se encuentra en el lugar preciso donde la emoción se hace verídica para el lector. Algo muy difícil de lograr en literatura.

El duelo es ligero, itinerante. No existe para Lito. Para Mario es una anticipación detestable que lo hace vivir con tensión cotidiana el final anticipado. Elena vive su culpa, por el marido y el hijo, pero al mismo tiempo consciente de que necesita ser devorada por el médico, que es capaz de leer la enfermedad en el cuerpo de su marido y la de ella, en su alma. Mario murió para ella, antes de que el cáncer hiciera lo suyo.

Es una novela para tres noches. Y se pueden leer en seguidilla los capítulos de cada una de las tres voces.

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