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Alberto Rodríguez

Un bonito y soleado día

Un bonito y soleado día

¿Si los aviones de la fuerza aérea china son capaces de intervenir en el sistema de las nubes, para impedir que el día de la inauguración de los Juegos Olímpicos en Pekín llueva, y haga un lindo y soleado día, por qué un chamán colombiano no puede estar en la posesión del Presidente Santos, para hacer que también haga un lindo y soleado día?

La palabra chamán es una degeneración del sánscrito, shramana, que  para los antiguos mongoles significaba mago. La magia es omnipresente en la mayor parte de los actos institucionales y privados en América Latina. El chamanismo, es una capacidad especial de los chamanes, para comunicarse con el mundo de los espíritus que gobiernan el mundo y la vida de los hombres. ¿Si el catolicismo cobra por la salvación, por qué un chamán no podría cobrar por hacer que no llueva?  El mundo de los espíritus, no solo no se niega, sino que se confirma  cómo podría el poder político deslegitima el derecho a vivir de la comunicación con los espíritus.

El caso viene a cuento, porque hemos sabido que para el teatro, los festivales, las posesiones, las exhibiciones al aire libre y los campeonatos de futbol, en Colombia, se contrata a chamanes para evitar que llueva, y cuyos servicios oscilan entre un millón y cuatro de costo. Muy económico por cierto, para tener un bonito y soleado día.

Doña Fanny Mikey, protegía su Festival internacional de teatro, del mal clima, invitando chamanes. Al fin y al cabo su arte no es lejano al teatro que revive espíritus, que encarna personajes y que afianza su carácter. Fue justamente Ana Marta Pizarro, la actual directora del FITB, la que medió ante el Instituto Distrital de Cultura y deporte, para que se pagase a Jorge González, durante el espectáculo montado en la final del mundial sub 20 de futbol. En cambio de agradecerle a Ana Marta y a González, y de paso a los espíritus, la Contraloría de Bogotá se molesta por unos honorarios que hicieron posible que el trabajo de un hombre, hiciera posible el espectáculo. No llovió - dice Ana Marta -, así que se pagó por un servicio efectivo. Pero no, cuando hay dineros públicos de por medio, nos damos el lujo de actuar como los Moreno o como los Nule, pero no podemos gastarnos una platica en un chamán, que evitó la lluvia.

Qué difícil es para los chamanes defenderse de los políticos charlatanes, de los brujos legales, de los espíritus del mal, de los contralores. No veo por qué si les pagamos a los senadores y a los representantes, no podríamos pagarles a los chamanes. Los primeros son capaces de pasarse cuatro años haciendo negocios para enriquecerse, los segundos, tres días para evitar que llueva, y haga un bonito y soleado día.

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