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Alberto Rodríguez

Chucky y Celio

Chucky y Celio

Mi madre decía: Dios los hace y ellos se juntan. Pero al par que hoy se nos presenta en el tiquete uribista a las elecciones 2010, Dios simplemente los juntó, lo que bien lleva a que nos preguntemos sobre  si sabe, o no, hacer sus cosas.

Más distintos no podrían ser. Santos de la gran burguesía, miembro de una Casa de poder, educación de élite, con imagen internacional y aliado sempiterno del poder. Garzón, de la clase media baja pueblerina, con una educación como la de la mayoría de los colombianos, de baja calidad. Sindicalero ilustre, marrullero gremial, ex mamerto de poca monta.

Santos está cobrando su fidelidad a todos los gobiernos a los que ha servido desinteresadamente. Después de que se quitó la barba, su imagen se asoció con la de Chuky. Un muñeco respingado, dolicocéfalo, con mirada de loco, que siempre se hace valer más por lo que hace - sus resultados - que por los principios. Si llegara a vencer en la segunda vuelta, se lo conocería como el “presidente de los falsos positivos”.

Garzón también está cobrando su fidelidad a todos los gobiernos a los que ha entregado su obsecuencia desde el 2000. Primero fui mamerto, dice, después de la Alianza Democrática, coqueteó con el Polo y después se hizo independiente, hasta que con Pastrana entró a las grandes ligas, en condición de independiente de los godos. Tan independiente como lo ha sido en el gobierno de Monseñor. El primer roce internacional se lo dio en Washington, a donde fue llevado en condición de mascota oficial a mostrar, para que allá comprendieran  lo bien que les va a los sindicalista en Colombia, lo lejos que pueden llegar en la democracia. Podría pasar por un campesino montenegrino o portugués, casi bonachón, medio opita, un mestizo grueso, al que su independencia no enreda. Celio, para los amigos.

Ambos han prestado invaluables servicios, ambos han sido ungidos, aunque nadie podría decir con seguridad, si ambos tienen sus corazoncitos.

El concepto del tiquete es el contraste, la doble faz, las dos Colombias, unidas en la defensa cerrada de la seguridad democrática. Los dos, dispuestos a todo, y cuando digo a todo es a todo,  para preservar el “estado social de derecho”, aún en sus distintas versiones oficiales.

Los mamertos dicen que Angelino traicionó a su clase. Menos mal, a Angelino es mejor tenerlo en una clase donde uno no esté. A partir de ahora a quien tiene que traicionar es a Santos. El pasado de poder del uno y el pasado de contrapoder del otro, se han fundido políticamente en el proyecto de continuidad del uribismo, un gobierno subsidiario, con una misma teoría de estado y un mismo modelo de seguridad, al que Monseñor desde afuera servirá desde “cualquier trinchera donde la Patria me necesite”.

Dios y Patria, Celio y Chuky, Hyde y Hyde.      

 

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