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Alberto Rodríguez

Michael Jackson: el fantasma de un rey

Michael Jackson: el fantasma de un rey

Un Rey niño, un infante terrible e inocente, pero tan inmensamente solo al otro lado de la vida, como en este. Es el primer Rey en la historia cuyo fantasma se presenta ante una cámara de televisión antes de que el cadáver repose en tierra. En Dinamarca, ya otro, había hecho una gracia parecida.

Sí, es cierto, a Michael Joseph Jackson de 51 años le gustaban los niños, tiernos niños blancos, limpios y bien alimentados, a los que encantaba durante el día para que pasaran con él la noche. Pero es que él mismo era un niño, un  Peter  Pan con vitiligo que llegó a convertirse en Rey del pop.

Jordan Chandler, el niño con el que tantas noches durmió abrazado en una de las sesenta y tres camas de Neverland, lo acusó en 1993 de haber tenido felaciones recíprocas. Después, muchos después, cuando ya se le había venido la justicia al Rey encima, por haber dormido con otros muchos niños, Jordan se retractó: “Michael nunca abusó de mí, mentí por mi padre, lo siento Michael”.

Neverland fue ideada por el Rey como una ciudad para los niños. En sus instalaciones existió, antes de que las autoridades federales la intervinieran, un pabellón para niños con cáncer, cuyos costos asumía el Rey.

La gente de Larry King fue a Neverland para hacer un programa. Instalaron un set y distintos camarógrafos se distribuyeron en la casa. El que fue al tercer piso activó su cámara desde el corredor. Entonces, al final, dentro de la habitación, decorada en pastel, la grácil, frágil, tierna, blanca figura del Rey, apareció; su cuerpo de bailarina enferma hizo un leve giro, movió su cuello, agitó tenuemente el cabello y siguió.

El Rey fue un niño-prodigio, un pequeño genio musical  que sumó inteligencias rítmicas, creativas y melódicas, suficientes para haberse convertido en Rey. Nunca nadie hasta entonces había tenido tanta fuerza, tanto ángel en un escenario como él. En 1982 produjo  Thriller, el disco más vendido de la historia de la música. Un niño que nació negro y se volvió blanco, un Mozart mestizo.

El vitiligo es un mal cutáneo que destruye la melanina y aunque con componente hereditario, se sabe que lo que más influye es la tensión nerviosa. Tiene dos variantes, focal y universal. La del Rey, desde luego era universal – ni más faltaba – lo que lo llevó a una despigmentación por encima del 60%. El maquillaje profesional, el alisado de cabello y 21 operaciones en la nariz, hicieron el milagro de convertir a un pequeño rey negro en un pequeño rey blanco.

Pero ni siquiera el cambio de color lo hizo feliz, como lo demuestra el hecho de que en  1994, para quitarse de encima la presión de las cortes, de los medios, por su irrefrenable gusto por los niños que lo había llevado a ganarse una muy honorable fama de pederasta, se le ocurriera casarse.  Y lo hizo con la hija única del Rey anterior, Lisa Marie, hija de la leyenda Elvis Presley. El matrimonio duró dos largos años en los que se reprodujeron. Pero los escándalos continuaron y se vino el divorcio, que le costó 25 millones de dólares.

La sombra de la pederastia – como a Oscar Wilde - lo acosó por el resto de sus días. El señalamiento, la interinidad legal, su imagen comprometida, lo llevaron al exilio en su propia patria. Fue tal el acoso que en 1995 aceptó la ayuda incondicional del príncipe Abdul aha-Jamed para refugiarse en Bahréin. El Rey había llegado al sitio de donde nunca debió salir, la tierra donde aprecian a los reyes, donde tienen una marcada dignidad para tolerar las monarquías.

Michael Jackson escribió dos libros: Moonwalk, su autobiografía hasta 1988, y Dancing in the dream, un libro de poemas sobre los niños y los animales. Fue el guionista de su película Moonwalker y del video Blood on the dance floor. Redactó el storybook  de “E.T” por el que ganó un Grammy. Y dejó un muy digno retrato de Charles Chaplin, dedicado a una sobrina.

El Rey ha muerto. Tal vez no habrá un cielo, ni un infierno donde su alma encuentre el sosiego infantil con el que siempre soñó. Murió como debe morir un Rey, de sobredosis.Y aunque su muerte no es completamente transparente para todos, el hecho es que nos ha dejado. Su muerte tocó a quienes tanto lo quisieron, como a quienes no.

Como una especie de Cid campeador del pop, hizo el milagro ya muerto, de vender lo que no vendió en los últimos desgraciados años de este siglo. El suicidio y el asesinato son crudas hipótesis sobre su muerte. ¿Sobredosis asistida, solitaria, deliberada, inintencional, natural o divina?  No importa si se aclara o no, su fantasma igual se pasea por los corredores de la casa en que amaba pasar las noches con sus niños, en la tierra de “nunca jamás”.  

 

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