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Alberto Rodríguez

Una vieja y repetida historia

Una vieja y repetida historia

  Juan Moreno Blanco 

Muchos años después, leyendo en la prensa las noticias sobre paramilitarismo, patrocinado por una empresa bananera norteamericana, el lector había de recordar aquella tarde remota en que Gabriel García Márquez lo llevó a conocer la historia que pensamos no se volvería a repetir.  Macondo ya se había convertido en una aldea construida a la orilla de un río de noticias diáfanas que se precipitaban por un lecho de papel de diario nacional único y de programadoras que habían monopolizado la información de la televisión. La realidad era tan pulcra y ordenada, que todas las tierras tenían cada vez menos dueños, y para mencionarlos bastaba señalar al entorno del presidente con el dedo. Todos los días, por la temprana noche, un grupo de periodistas impecables plantaban su tejido de verdades cerca de la aldea, y con un grande alboroto de pitos y timbales daban a conocer las nuevas noticias de la labor gubernamental que vaticinaban tiempos prósperos y de paz para todos. No obstante, por detrás de la dorada imagen, el lector sabía que otro era el orden de los acontecimientos: Primero crearon las Convivir. Después, un político delgado, de cara afeitada y manos de ángel, se presentó con las mejores intenciones, hizo una truculenta demostración pública de lo que él mismo llamaba la erradicación de la violencia en Macondo gracias a la octava maravilla de los sabios alquimistas de los ejércitos privados. De su lado, y para borrar de la memoria viejos y desagradables recuerdos, la United Fruit Company había cambiado de nombre en 1970 para llamarse en adelante, United Brands Company, y en 1990 para llamarse, ahora sí con nombre colombiano, Chiquita.  Con el fin de que los barcos que venían a recoger el banano a Macondo no hicieran el viaje vacíos, ya no traían en sus bodegas mercancías que obligaban a comprar a los trabajadores en el comisariato de la compañía sino que ahora transportaban toneladas de fusiles y millones de balas para acabar con los terroristas disfrazados de trabajadores del banano y de campesinos dueños de tierras fértiles. El resultado final fue la generalización de las circunscripciones electorales con candidatos desconocidos y únicos con lo cual las campañas electorales se volvieron silenciosas y se disminuyó notablemente la polución sonora. El lector dejó su lectura de la prensa un poco aburrido. Esa historia, detalle más detalle menos, ya la había leído en la novela de Macondo. Más bien prendió el televisor y ahí comprobó que las nuevas noticias de la aldea tapaban como una peste de olvido las anteriores y concluyó que las estirpes condenadas a cien años de impunidad no tendrán una segunda oportunidad y nunca podrán salir de la historia que se repite. 

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