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Alberto Rodríguez

¿De qué hablamos cuando hablamos del infierno?

¿De qué hablamos cuando hablamos del infierno?

 

Según la descripción de Dante, el infierno se forma de nueve círculos concéntricos, que se reducen a medida que se acercan al centro de la tierra, justamente el mismo lugar a donde quiso llevar Julio Verne a sus personajes.

El infierno es una creación literaria. Si nos hubiéramos quedado con la versión bíblica, no habríamos pasado de un infierno provinciano, parecido a un moridero de tierra caliente, en el que reptan alimañas. De Dante a nosotros el infierno ha cambiado. Incluso se llegó a decir - en el siglo XX - que el infierno son los demás. ¿A qué extremos llegamos? La evolución del infierno ha sido terriblemente defectuosa, hay que reconocerlo, como si un grado maligno de entropía no dejara que se asentara y tomara forma ¿Cómo es posible que todavía en el siglo XXI no tengamos un infierno perfecto?

Ya desde tiempos de Dante, el infierno era algo que estaba aquí en la tierra, a diferencia del cielo ajeno, lejano y superior. El punto céntrico de la superficie del cono es Jerusalén, el centro del mal. El río Aqueronte es el límite entre el infierno y la superficie. El límite entre los buenos y los malos, en él se bañan los que no son buenos ni malos. Están en el agua de un río que solo se diferencia del Jordán por la temperatura. Ambos llevan aguas por la eternidad.

El infierno, según Dante y Fernando Vallejo, está lleno de pontífices. El de Milton todavía no los tiene. Pero seguramente los tendrá. Anastasio II está por hereje, Nicolás III por corrupción, Julio II por pecador. Pero si como en la Puta de Babilonia, una cronología documentada de la historia de los papas, se cuenta, todos, hasta el propio Benedicto, deberían estar en el centro del cono infernal. Ya se comprenderá, por lo dicho, que el problema de Jerusalén no haya tenido solución, ni vaya a tenerla. Por algo tres religiones se disputan el centro del mal.

Miguel Ángel, en "El juicio final" en la Capilla Sixtina, puso a Biagio de Cesena, el maestro de ceremonias litúrgicas que se opuso a la representación de la desnudez, siendo devorado en sus genitales por una horrible serpiente.

El infierno está aquí, tal vez por eso tantos le temen, tal vez por eso tengamos que salvarnos. Madre Laura intercede por nos. 

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