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Alberto Rodríguez

La otra revolución cubana

La otra revolución cubana

"Somos el estornudo de una gripe que no deja de propagarse", declaró al diario madrileño, Yoani Sánchez, autora del blog Generación Y. Una revolución se abre camino en la isla, de manera discreta pero imparable, escurridiza e irreverente, la revolución de los blogueros. Los hermanos Castro completaron 51 años en el poder, y lo que no pudieron hacer los Estados Unidos y todos sus agentes durante medio siglo, lo han comenzado a hacer un puñado de blogueros, que en las más adversas condiciones, disparan sus palabras contra el régimen. Sus armas: ordenadores y memorias portátiles.

La blogósfera ha desconcertado al régimen, porque es algo que no puede controlar. "Se trata de un conglomerado ciudadano no comprometido con partidos políticos que no puede ser acusado de mercenario", dice Luis Felipe Rojas, desde Holguín. La rebeldía bloguera es como la rebelión de los pasajeros en un autobús cuando la policía decomisar el pescado que una abuela lleva a sus nietos en la capital, o las batallas de los alumnos de la universidad contra los profesores de marxismo.

Fue necesaria otra generación y medio siglo para que desde lo virtual se atentase con efectividad contra lo real. En el 2009 los únicos cambios que se produjeron en Cuba se dieron en lo virtual. En lo real, todo permaneció igual. Siguieron desapareciendo productos de primera necesidad, los disidentes fueron golpeados y acosados, la carrera más apetecida por los jóvenes siguió siendo la de emigrante y los ancianos gobernantes siguieron con su bla bla bla.

Raúl Castro no imaginó que cuando en 2008 autorizó la compra-venta de ordenadores y la entrada de los cubanos a hoteles reservados a turistas, desataría una fuga social, de lo único que no pueden evitar que fluya, la información. El acceso privado a Internet está restringido a residentes extranjeros y funcionarios autorizados por el Gobierno. En lugares públicos (hoteles y cibercafés), una hora de conexión a Internet vale cuatro euros, un tercio del salario medio en Cuba.

"Recurrimos al apoyo de los amigos que viven fuera del país", explica Claudia Cadelo, de 26 años, autora del blog El Octavo Cerco . "Les enviamos por correo los textos y ellos los suben a la red. Parece que estamos on line a menudo, pero no es así. Yo me suelo conectar cada 15 días". El Ministerio de Informática y Comunicaciones (cuyo titular, el joven Ramiro Valdés, cumple en abril 78 años) se encarga de vetar el acceso a sitios "contrarios al interés social, la moral y las buenas costumbres" o que "afecten la seguridad del Estado".

"Yo no puedo acceder a mi blog. Lo creé en junio de 2009 y la primera vez que lo vi fue en octubre, gracias a una amiga de La Habana", explica Luis Felipe Rojas. Si entrar en Internet es complicado en la capital, en el interior de la isla es una odisea. "No hay un solo cibercafé en las provincias orientales. Tienes que ir a las cabeceras, como Santiago y Camagüey, pero no permiten el uso de memorias flash o CD". Así que para hacer su blog Cruzar las alambradas (ex Animal de alcantarilla), Rojas lee por teléfono sus textos a amigos en España o en EE UU, que los suben a la red.

Los blogueros nacieron después de la revolución, aunque fueron educados en la disciplina socialista y a golpe de consigna y madrugón. Son la antítesis de ese patrón humano que el socialismo ha querido reproducir en el genoma cubano: son espontáneos, abiertos, anti dogmáticos, irónicos y con mucho humor, lo más distinto a la seriedad fatal de las hegemonías políticas, emparentadas con la seriedad de las religiones.

Yoani Sánchez dice que lo que están haciendo es "catarsis on line", un mosaico de reflexiones intimistas y de anécdotas diarias, una bitácora alternativa punzante y cierta. Los blogueros han tenido que hacerse cronistas por necesidad. Son herederos de los movimientos de periodismo independiente de los noventas, tan duramente reprimido en la Primavera Negra de 2003.

Para hacerles frente a los blogueros, el Estado cubano se ha valido de las mismas armas, aunque sin excluir las convencionales, para asaltar y reprimir los centros clandestinos de contra información. Un informe del Comité para la Protección de Periodistas, en Nueva York, dice que en Cuba existen 200 blogs gubernamentales, todos a la defensiva, dedicados a contrarrestar la poderosa ola informativa que terminará aplastándolos. Lo que hacen es difamar a los blogueros independientes. Miriam Celaya, autora del blog SinEVAsión, llama a los contrablogueros oficiales "ciberlacayos". "Siempre estarán varios pasos por detrás de nosotros", escribe. "Se apresuran a imitarnos (...) con el lastre lamentable de sus guiones revisados por el ministerio de las consignas". Existe una división especializada del Ministerio que trabaja en función de hackear los blogs alternativos, intervenirlos o colapsarlos. En eso se va el ingenio informativo del régimen. Los hermanos Castro terminaron dando su última batalla contra un enemigo superior a los socialismos: la Internet.

Los blogueros de la isla perfectamente podrían hacer suya la consigna de los poetas de Liverpool en lo setentas: “No queremos un mundo en el que el derecho a no morir de hambre, se cambie por el de morir de tedio”

 

 

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