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Alberto Rodríguez

¿Para qué el despeje?

¿Para qué el despeje?     La carambola en la mesa de Estado que pretendieron Sarkozy y Uribe no salió. Pero no porque los billaristas pecaran de ingenuidad. ¿Quién en el gobierno de Francia podía haber creído que en diez días se lograría la liberación de la ciudadana francesa Ingrid Betancourt? ¿Entonces qué quería Sarkozy? Fuera lo que fuera, su preocupación humanitaria concluyó en un acto a favor de las FARC. ¿Y quién en el gobierno colombiano podría creer que sin despeje pudiera obtenerse la liberación humanitaria de secuestrados de las FARC? ¿Entonces qué quería Uribe? Es posible que la lectura de los medios y de los observadores no sea necesariamente una aproximación cierta a los intereses que mueven las acciones de los protagonistas de Estado en el contexto de un posible intercambio humanitario. Una lectura más perversa de la carambola de Estado, es que tanto más exitosa lo fue, si lo que se leyó no fueron exactamente las intenciones por las cuales Sarkozy propuso y Uribe dispuso. La falta de resultados todos las vaticinaron, los familiares de las víctimas de guerra, los medios, los comentaristas. Reinaba un declarado pesimismo realista, hasta en los mismos gobiernos no se apostaba. Tampoco en la comunidad internacional (G8) son tan ingenuos y carentes de información, como para asumir que en un conflicto histórico como el de Colombia, el intercambio pueda resultar como consecuencia de una carambola internacional. La liberación de Granda es el lado de la carambola útil para utilizar a un excarcelado como intermediario, “gestor de paz” dice el Presidente y el Alto Comisionado, en la búsqueda de interlocución con las FARC. Las FARC, en un primer momento, no aceptaron un emisario amarrado que sirve más a los propósitos de Uribe que a los de ellas mismas. En la lógica de interés de las FARC, Granda no debería haber salido, ni ninguno de los condenados de las FARC, al menos los que todavía hacen parte de sus filas. Porque saben que la excarcelación aceptada, es debilidad política y falta de unidad de mando.  En un segundo momento, cuando Granda ya está en Cuba, las FARC en principio aceptan su gestión para tratar sobre el intercambio, pero en el marco del despeje de Pradera y Florida. Y ¿para qué carajos necesitan las FARC dos municipios para liberar unos secuestrados? cuando del lado del gobierno ya se produjo el efecto a que llevaría cualquier negociación con despeje o sin despeje.   La jugarreta de Sarkozy, Uribe y las FARC, no es de fácil lectura. Las intenciones últimas de todos están blindadas y ocultas bajo los retoques humanitarios y retóricos de la verdad oficial, las razones de de Estado, o los comunicados insurgentes desde algún lugar del país. Para un lector cualquiera la dificultad de lectura no solamente reside en que a los protagonistas de la maniobra haya que leerlos también y necesariamente entre líneas, sino en que además sea necesario hacer lo mismos con los medios.

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