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Alberto Rodríguez

El pretil de la Santiago

El pretil de la Santiago

A la entrada del salón de los docentes, en la mesa del portero, un viejo profesor deja cada cierto tiempo fotocopias de una hoja escrita por él, que titula El Pretil. Un pretil es un vallado de protección en algunas construcciones, el atrio abierto de un templo, o el lugar exterior de las casas costeñas donde se hace visita en mecedora.

En épocas en que "más vale una imagen que mil palabras ", el acto de dejar un mensaje escrito - para cualquiera - en la mesa del portero, podría tenerse como un noble tributo a la nostalgia y claro como una muestra de valor civil. En el artículo escrito en la hoja del 6 de octubre de 2006 se acusa a los miembros del Consejo Superior de la Universidad, que terminó su período y fue reemplazado en las elecciones de septiembre último, de anestesiados e indolentes.

El cuadro es surrealista: ciento y pico de honorables miembros del Consejo Superior de la Universidad Santiago de Cali, más miembros que el Senado, anestesiados en una sala de deliberaciones, con equipo de sonido que amplifica la atmósfera rancia de cloroformo e inconciencia. Si fue cierto que estuvieron anestesiados, no es claro cómo pudieron ser indolentes. Si fueron indolentes no estaban anestesiados y por tanto podría uno pensar en una percepción equivocada del autor. O lo que es peor, quisieron hacernos creer que estaban anestesiados para ocultar su indolencia. Pecado feísimo, que consiste en que el dolor ajeno nos vale huevo.

Un estudiante raso de la Universidad, un profesor raso, un empleado, bien podrían creer que el Consejo Superior es una cámara que se elige para elegir rector, elección que naturalmente va amarrada. Naturalmente, si se mira el procedimiento desde un punto de vista raso. De no ser así, el observador podría contemplar entusiasmado el espectáculo de resultados y metas cumplidas por el Consejo, dando por descontado que sus miembros actúan en sus cinco sentidos.

El actual rector, se desprende del artículo, habría sido elegido por un Consejo Superior anestesiado, si no es que la anestesia le fue suministrada poco después de la elección. Hay sugerida una inevitable relación de causa a efecto, entre la anestesia y la elección. Porque una de dos, el actual Rector fue elegido por un honorable consejo de inconcientes, que por tanto no son responsables de sus actos, o al rector lo nombró una cámara de indolentes. En cualquier caso, una lectura más crítica del Pretil, dejaría entrever una duda sobre la legitimidad del nombramiento de rector, a manos de un Consejo, que por donde se lo mire, resulta indeseable para la comunidad académica. El artículo termina citando a Platón y al Sabio Caldas, pero no da ninguna pista sobre el paradero del anestesiólogo.

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