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Alberto Rodríguez

¿A quién le importa Amapola?

¿A quién le importa Amapola?

Una niña a la que sus padres, Tomás y Paloma, le pusieron por nombre Amapola, un anagrama imperfecto del de su madre, que con sus 39 añitos la trajo al mundo. Un mamagallista que dijo que cuando grande la niña sería una heroína, como su madre. Y un ex presidente que tres meses después del chiste, cuando al fin lo entendió, acusa repentinamente al mamagallista, en un trino furibundo y penal, de ser “violador de niños”. Una exquisita ópera bufa sin pies ni cabeza.

Lo primero que se pregunta cualquiera, es dónde está el papá de Amapola, al que el ex presidente parece querer reemplazar en cuestiones de manejar las afrentas al honor de la familia. Se trata de Don Tomás Rodríguez, un hijo benemérito de ministro, con cara de santafereño decimonónico, doctorado en economía y matemáticas, en Oxford y Stanford. Pero al doctor Rodríguez no parece importarle que el ex presidente se aproveche de su familia para cazar una pelea pública con un mamagallista con fines políticos.

Uribe lesiona el derecho a la privacidad de la familia Rodríguez, sin ser asunto que le corresponda a él, utiliza el chiste para escupir bilis negra y pretender aterrorizar al mamagallista y a todos los que se le parecen, ese siniestro Vlado, por ejemplo. ¿Por qué el doctor Rodríguez no para al expresidente? Si alguien tendría que estar molesto con Daniel Samper, sería él. A fin de cuentas a Paloma Valencia Laserna, el chiste la enaltece. Ser “heroína del Centro Democrático” es un título que debería reconocer honroso. Otra cosa es que por casualidad a su condición de heroína, su hija lleve el nombre de esa linda matica tan regada en las montañas caucanas por las que alguna vez su abuelo dejó desgajar un soneto.

Una cosa es que se hagan bromas a costa de uno, con un margen proporcional a la capacidad de burlarse de sí mismo, y otra cosa es provocar el ridículo, una caricatura extrema que  revela algo de la condición humana, moral, política del ex. Si el ridículo no revelara nada, si apenas fuera una exageración que se lanza para herir, hasta casi que se podría tolerar. Pero detrás del ridículo hay algo de la condición que se desnuda y que ninguna víctima del ridículo perdona.

A Uribe el chiste de Samper no le molestó, tan no le molestó que dejó pasar tres meses para disparar su dardo. Los esposos Rodríguez Valencia, en su momento, no dijeron mayor cosa. Es mejor que se crea que el chiste no tuvo efecto y además entrabarse en una guerra de trinos con Samper, no es una buena idea. Y asunto terminado. No darle ninguna importancia a ese guache.

Uribe estaba tan molesto, tan picado por la santa ira contra el guache, que se equivocó. La señora Guerra le dijo que escribiera “violador del derecho de los niños”, pero su impaciencia jupiterina lo hizo escribir “violador de niños”. Una mentira que ahora le causa una demanda más, entre cientos que pesan contra él. Tendrá que retractarse, tras lo cual demandará a Samper por haber publicado fotografías de menores en Soho. Porque con esa no se queda. Una asquerosa revista “pornográfica”, según dicen Ordoñez y Uribe, que ofende las buenas costumbres, y en la que el ex publicó un lindo poema pidiendo “ver del fuego la luz y no sus cenizas” y en la misma en la que su nuera se empelotó. Es tan ofensiva, que Ordoñez suspendió la suscripción.

¿Cuál es el presunto derecho que viola un chiste que utiliza el nombre de Amapola? Tal vez el derecho al “buen nombre”. No lo sabremos hasta que la argumentación jurídica del abogado perpetuo de Uribe, nos lo revele.

Lo que preocupa al abogado de Samper, Ramiro Bejarano, no es la acusación de Uribe, una mentira más, lo que le preocupa es que vivimos en un país, donde también por un chiste, Carlos Castaño se llevó a Jaime Garzón.

 

 

 

2 comentarios

Carlos Alberto -

Estoy de acuerdo que una persona común y corriente tiene una capacidad mesurable de tolerar el ridículo, pero un verdadero humorista no debe tener umbral
No soy Uribista, -aclaro- , tampoco quiero decir que no soy admirador de su sagacidad, capacidad de disertación , elocuencia; pero eso si, ninguna, en cuanto su espiritu camorrero, de jefe de pandilla de barrio: cazando peleas, acusando, señalando; con testigos dudosos , al parecer no importa; se puede deducir lo que quiere es dar siempre de que hablar y escribir; con lo que la prensa aprovecha para mejorar su “rating” , generando una retroalimentación perfecta.
Lo que si me parece extraño y hasta desconcertante que un personaje que también admiro , mamagallista, humorista, payaso, como lo quieran llamar; que es un gran exponente de este género, se halla dejado, sacar de su terreno que el domina, al plano judicial.
Realmente esperaba mas de Samper Ospina.” pusieron la carnada y se la comió todita”.
Un personaje que le toma el pelo a todo el mundo, el día que lo acusan -que espero y quiero creer que sea falso- sale a defenderse en plano judicial; le falto humor.

Fernando Bermudez -

Alberto, ademas de compartir en su totalidad el contenido de tu articulo, quiero decirte que es mejor analisis que he leido sobre este trillado tema.Quiero tu venia para compartirlo